A estas alturas de siglo XXI, con Dan Simmons ya por encima de los 70 y en pleno proceso de ver reeditados en España parte de sus libros, continúa siendo incomprensible la ausencia de traducciones de alguna de sus colecciones de relatos. El autor de Los cantos de Hyperion o La canción de Kali no se ha prodigado en el terreno breve tanto como en el de la novela, donde ha convertido el “tocho” en el centro de su labor. Sin embargo, incluso cuando escribe alejado de la excelencia de sus primeros relatos (Prayers to Broken Stones) consigue piezas notablemente urdidas, capaces de sacar un rédito considerable a temas universales como el sentimiento de pérdida o la muerte, una constante en su literatura. Algo de nuevo evidente en la lectura de Worlds Enough & Time, donde añade una dimensión que no pillará de improviso a los lectores de El Terror o la inédita The Abominable: la búsqueda de sentido a esas aventuras más grandes que la vida, hasta el punto de poner en peligro la propia existencia.
Worlds Enough & Time reúne cinco relatos largos/novelas cortas publicados entre 1995 y 2002. Al menos tres son ciencia ficción y pasarían a ser cuatro si se consideran como tal las historias sobre poderes mentales. Este predominio de la ciencia ficción frente al terror pone sobre aviso ya del cambio de tornas respecto a Prayers to Broken Stones y puede verse como una manifestación más de cómo el “veneno” de la ciencia ficción le entró fuerte a Simmons a finales de los 80 para quedársele en la sangre. La quinta pieza, “The End of Gravity”, es un texto en la línea de lo que pudimos leer en “The Offering”; un tratamiento de guión para una película encargada por un productor ruso sobre las motivaciones de los cosmonautas que tomaron parte en la carrera espacial, sin conexión con ficciones previas y con una clara orientación mainstream. Quizás por esto se gane el derecho de ser lo más sorprendente entre el repertorio de Worlds Enough & Time.
Cada historia se presenta con una extensa introducción en la cual Simmons, además de contextualizarla, se explaya sobre su visión acerca de la literatura desde muy diversos ámbitos. En la referente a “The End of Gravity”, además de las circunstancias excepcionales detrás de su escritura, alardea de su predilección por ciertas adaptaciones cinematográficas sobre el material original, cuenta alguna jugosa anécdota personal y realiza una encendida defensa de la visión de Harold Bloom sobre la crítica literaria mientras golpea con saña lo que el autor del Canon occidental etiquetaba como la crítica del resentimiento. Esta carga dista de ser gratuita; se comparta o no su posición, Simmons defiende lo que considera uno de sus principales valores y de la cual Worlds Enough & Time puede tomarse como prueba de cargo: sus historias están pobladas con personajes que no defienden explícitamente sus personalidades, sino que encarnan esas ideas y valores. Simmons trabaja para que no se vean como meros intermediarios del pensamiento de su creador o su época, lo que en cuestión de los géneros que toca esta página lo acercaría a la concepción narrativa de Stephen King y le alejaría de la de Robert Heinlein, por poner el ejemplo más fácil que me viene a la cabeza.
“The End of Gravity” sería el texto más puro en este sentido. Ideado para mostrar al productor cómo sería la película a partir del cuál se rodaría, desarrolla los encuentros/diálogos entre Roth, un periodista, y las personas con las que habla, las descripciones del lugar donde suceden (con bastante detalle) y cómo ambas impactan al protagonista. Unas conversaciones alrededor de todo tipo de aspectos del programa espacial soviético y sus protagonistas, gente que ha consagrado su vida a una misión cuyo coste resulta muchas veces incomprensible para el común de los mortales.
El tratamiento de guión adolece de ciertas limitaciones. Simmons ofrece mucha cháchara y múltiples anécdotas, jugosas, atractivas, al precio de diluir el discurso y, con lo peligrosa que es esta afirmación a partir de algo así, prescindir del estilo visual más evocador a lo Kubrick y Tarkovski demandado por el productor. Por lo que se puede intuir, apenas logrado mediante una serie de ensoñaciones que se materializan regularmente para atormentar a Roth y terminar de moldear el propósito de “The End of Gravity”.
Esta búsqueda de significado a experiencias que suponen una amenaza para la propia vida es de nuevo esencial en “On K2 with Kanakaredes”; un ascenso al K2 junto a un alienígena con técnicas de alpinismo clásico. Apenas se rasca un poco se observa que el tema del alienígena es un pegote para darle un mayor contenido de ciencia ficción a la historia, sin necesidad. Ya sólo al enclavarse en un futuro donde, debido a la debacle ecológica, los países impiden el turismo no sostenible, caso de las “romerías” alpinas, es de por sí interesante. Además al insuflarle una pretendida trascendencia a través de la idea de “escuchar la canción de nuestro mundo”, un misticismo huero introducido por el alienígena y al cual la especie humana es insensible, socava lo que mejor funciona de “On K2 with Kanakaredes”: el relato convencional de lo que supone ascender a una de las cumbres más complicadas de la Tierra.
Esa exploración de la idea de riesgo incomprensible también se encuentra, más matizada, en “The Ninth of Av”. La cercanía de un fin del mundo lleva a una de las protagonistas a indagar en los últimos días de Scott y sus compañeros, todavía enterrados (ojalá) en un sarcófago de hielo que se ha desplazado respecto a su posición original. El interés de ese personaje por el trágico resultado de la expedición británica está relacionado con una historia mayor que la contiene, le da sentido y, para qué negarlo, se impone sobre ella. Primero, por el escenario descrito, una futura Tierra transhumana poblada exclusivamente por mujeres descendientes del pueblo judío, en trámite de sufrir el llamado Fax Final. Este acontecimiento hará que los escasos habitantes de este planeta utópico, ingenuos y dependientes de la tecnología, desaparezcan para, supuestamente, ser recuperados en el futuro a partir de la información digital hayan dejado atrás. Segundo, por el tremendo sentimiento de pérdida de todo lo que sucede, la tensión entre la inmanencia y la trascendencia que envuelve a los personajes y las dudas (y el miedo) sobre las consecuencias; si volverán o no a despertar. Y tercero, los actores detrás del Fax Final: los voynix. Unas criaturas que con todo lo anterior ponen a “The Ninth of Av” como un preliminar Ilión. También Simmons escribe desde un grado de sugerencia superlativo, lo que puede dar origen a alguna frustración para quienes esperen mensajes rotundos.
Aún hay una cuarta historia emparentada con esa búsqueda de significado a peligros muchas veces estúpidos: “Orphans of the Helix”. Si no me falla la memoria, la única traducida hasta el momento al castellano. El relato acontece durante una expedición de siglos hacia los confines de la galaxia, cuando las IAs al mando detectan una señal de auxilio en un sistema binario cercano que les lleva a poner rumbo hacia allí y a despertar a un retén de su tripulación. Al llegar se encuentran una comunidad de exters y templarios que colonizaron hace siglos la inmensa contrucción alienígena que rodea uno de los soles y, periódicamente, es atacada por una gigantesca cosechadora que arrasa con una sección del artefacto, aniquilando toda la vida que encuentra sobre ella antes de volver a orbitar la otra estrella.
El ecosistema del vacío sideral, con las habituales adaptaciones, es moderadamente atractivo, pero no tanto como la discusión central sobre si merece la pena o no ayudar a sus congéneres por el riesgo a que la nave sufra daños o, en el peor escenario posible, sea destruida. Mientras se dilucida el resultado, emerge otro rasgo que me ha matado en esta segunda lectura: la vinculación argumental con las dos novelas de la secuencia de Endymion. Quizás porque tengo su lectura muy muy lejana en el tiempo pero, sin duda, porque tampoco hacía falta llevarlo hasta ese extremo. Seguramente Silverberg también la habría incluido en Horizontes lejanos sin tanto detalle.
He dejado para el final el cuento que abre Worlds Enough & Time. Porque es el que menos se relaciona con el resto pero, también, porque sin un análisis al detalle es el único que podría haber pasado como perteneciente a Prayers to Broken Stones. Además de la irrupción de la ciencia ficción y un alejamiento de los rasgos más próximos al terror, las ficciones de Simmons en el tránsito entre el siglo XX y el XXI se han vuelto más evocadoras y (mucho) menos directas. La contundencia de los tiempos de “El río Estigia fluye corriente arriba”, “Metástasis”, “El deleite del carroñero” o, incluso, “E-Ticket to ‘Namland” se ha sacrificado en virtud a desarrollos quizás mejor asentados, sin duda más sutiles y, para qué negarlo, menos afilados.
“Looking for Kelly Dahl” tiene un arranque espectacular. En un paisaje agreste en las estribaciones de las Rocosas, cerca de Denver, un exprofesor rastrea a una antigua alumna para darle caza antes de que ella haga lo propio con él. Esta situación dantesca se enriquece cuando Simmons desvela cómo se ha llegado a este punto, tras el intento de suicidio de su protagonista, alumbra la vida pasada de ambos y muestra dónde está sucediendo el drama: un universo de bolsillo únicamente poblado por ellos, en una vuelta de tuerca a las emotivas historias de poderes mentales marca de la casa. Mientras, en el subtexto, se macera una idea poderosa fuente de tormento para muchos profesores: no percibir los problemas que ahogan a sus alumnos y, por tanto, no poder ayudarlos. Un detalle que lo conecta con “The Death of the Centaur”. Además, el giro final, sin una explicación detrás, se realimenta con lo visto, ayuda a sacarle punta y abandona al lector a un terreno deliciosamente ambiguo.
Mención especial merece el prólogo. Simmons compara su escritura con un jardín zen, en un ingenioso e inteligente ejercicio de striptease creativo, entre la autojustificación y la reafirmación de las convicciones de las cuales emerge su obra. El aldabonazo definitivo para invitar a cualquier lector a acercarse a este libro quizás no tan bueno como Prayers to Broken Stones y, aun así, bastante recomendable.
Worlds Enough & Time, de Dan Simmons
Harper Voyager, 2002
272 pp. Paperback.