Prayers to Broken Stones, de Dan Simmons

Prayers to Broken StonesSiempre me resultó curioso cómo, a comienzos de los 90, Dan Simmons se convirtió en una cierta garantía de ventas en España y su editorial, Ediciones B, no le dio la más mínima oportunidad al campo en el que había conseguido resultados más notables: el relato. Quizás la única colección con la que entonces contaba, Prayers to Broken Stones, ya hubiera visto traducida la mitad de su contenido; quizás imperó el miedo al desencuentro entre relatos y público; quizás influyera el asunto del elevado coste pagado por sus derechos, aireado por Miquel Barceló en una de sus entradas en su blog al comienzo de cada nuevo título de Nova Ciencia Ficción… Sea como fuere, un cuarto de siglo más tarde parece olvidado que, aparte de Hyperion y tochazos de más de 600 páginas, Simmons fue uno de los más reputados cuentistas de terror de la década de los 80.

Andaba temeroso de comprobar cómo me acercaba a varios de estos relatos con dos décadas más en el cuentakilómetros y varios galones de cinismo en el depósito. Historias con una cierta inclinación por lo macabro, capaces de hacer surgir el terror de situaciones cotidianas y con una afilada vena satírica, pero con espacio para narraciones más sensibles donde cada recodo rezuma sentimiento de pérdida. Tal es el caso del relato elegido para abrir Prayers to Broken Stones: “El río Estigia fluye corriente arriba”. El cuento con el cual Simmons impresionó a Harlan Ellison en un taller de escritura en Denver en 1981. Una carta de presentación difícilmente mejorable.

Sí, me resulta del todo imposible referirme a “The River Styx Runs Upstream” con otro título que no sea el de su traducción en aquella lejana segunda antología Horror. Un relato polisémico donde la muerte de una madre lleva a su marido a pagar por un servicio que la pone de vuelta a su vida cotidiana. Obviamente, “ella” ya no es ella sino un ser sin recuerdos, capaz de realizar una serie de tareas de manera mecánica mientras muestra un comportamiento inquietante. El narrador relata en primera persona desde sus recuerdos de adolescencia la convivencia con esa “presencia”. Cómo lejos de aplacar el dolor, a modo de una detonación retardada, ahonda en la depresión familiar. Simmons se aproxima a la ausencia de duelo y sus efectos, la hipocresía de representar una vida normal ante los espectadores/familiares/vecinos, el hecho de ver los recuerdos del ser querido como “vampiros” emocionales, el apego a seres y objetos… en un texto de una sutileza directamente proporcional a sus niveles de lectura.

Desde una perspectiva suplementaria hay en Prayers to Broken Stones otro relato que explora estas pequeñas catástrofes emocionales: “The Death of the Centaur”. Una hermosa historia sobre un grupo de escolares de 4º de primaria de un pueblo de mala muerte rescatados de la mediocridad por un profesor implicado en suponer una diferencia en sus vidas. Un efecto puesto de manifiesto mediante dos narraciones alternas: pequeños pasajes de su vida cotidiana intercalados con un cuento infantil que funciona como alegoría de esa relación, repleto de dobles lecturas y donde figuran pequeños elementos más tarde utilizados en Hyperion (el mar de hierba, el Alcaudón…). El final es doblemente doloroso, por la traición y el abandono que supone pero, sobre todo, por la visión de los niños a la hora de cerrar el que termina siendo su cuento.

Prayers to Broken StonesEntre los relatos más terroríficos destaca “Carrion Comfort”, traducido en la antología Vampiros de Robin Book como “El deleite del carroñero”. La reunión de un trío de vampiros psíquicos cuyo poder se nutre de los sufrimientos de las víctimas a las que empujan a cometer todo tipo de atrocidades. Simmons construye “Carrion Comfort” como si fuera un thriller: desarrolla el encuentro entre los personajes, describe el alejamiento entre ellos y plantea un duelo repleto de tensión. Pero me resulta más atractivo cómo manipula al lector mediante el narrador: un ser sensible que sufre y padece pero, también, un monstruo capaz de los actos más abyectos para sobrevivir. También es prueba de cargo de uno de los peores pecados de Simmons: cómo puede escribir cientos, miles de folios a partir de una historia que ya lo tenía todo en el 3% de su extensión. No conviene olvidar que de sus páginas surgió Los vampiros de la mente, tan decente novela de terror ochentero como desnaturalizado reflejo de este relato.

Este vampirismo apartado del clasicismo también es la base de “Shave and a Haircut. Two Bites”, una pieza de adolescentes enfrentados a una imaginación que cobra sangrienta realidad a imagen y semejanza de Noche de miedo o Jóvenes ocultos, con un giro final pulp en la línea de The Twilight Zone más desabrida. Hay una tercera revisión de este mito en “Metástasis”, el primero de los tres relatos publicados por Martínez Roca en Visiones nocturnas. Una visión sobre el cáncer como enfermedad vampírica que drena la vida caracterizada por unas criaturas que se alimentan de quienes padecen la enfermedad, sólo percibidas por el protagonista. “Metástasis” se articula a través de dos o tres escenas potentes (el descubrimiento de los “vampiros”, cómo comienza a verlas por doquier allí donde va) y padece del típico mal de las historias cuyo desenlace no está a la altura del planteamiento; una batalla desigual ganada a la manera de pirro. Como curiosidad, también se incluye “The Offering”, el guión de la adaptación televisiva realizada por el propio Simmons para un programa de los 80.

Más me ha llenado la relectura de “Iverson’s Pits”, un relato sobre el peso de las experiencias vividas en los soldados caracterizadas a través de un joven que acompaña a un veterano de la batalla de Gettysburg en el cincuenta aniversario de la contienda. Simmons se centra en uno de los pequeños episodios para poner en marcha una venganza donde las dudas sobre el papel del ejecutor y de víctima se mantiene hasta bien avanzada la narración. Con una atmósfera ligeramente ominosa, destaca como la mayor parte de los relatos en su construcción de la ambientación y el suspense mientras flaquea un poco en sus últimas dos páginas, una vez ya estaba resuelto.

El tercer relato proveniente de Visiones nocturnas es “Vanni Fucci Is Alive and Well And Living in Hell” (“Vanni Fucci está vivo y en el infierno”), una divertida sátira de los talk shows evangélicos donde al sacerdote charlatán en cuestión se le aparece Vanni Fucci, un personaje histórico presente en la Divina Comedia. A partir de este homenaje literario convertido con el tiempo en una de sus marcas de fábrica, Simmons le dedica una escacharrante peineta a los telepredicadores y a los espectadores, una ración de ácido a la cual los lectores también quedan expuestos. Este giro humorístico también es crucial en “Nightmare By A Rockin Cradle”, una historia navideña hermanada con la anterior al convertir la religión en su tema central: pone de manifiesto cómo se recuerda la Navidad después de un cataclismo global, esboza cómo germinan las herejías y, finalmente, cómo lidian con ellas las religiones establecidas. Deliciosamente amargo.

Dan Simmons“Nightmare By A Rockin Cradle” es también testimonio de la ciencia ficción escrita por Simmons. Hay otras tres piezas que se acercan a este género. “Eyes I Dare Not Meet In Dreams” es muy desigual. Simmons vuelve a partir de la pérdida de un ser querido (la pareja del protagonista) para escribir sobre el duelo y el recuerdo en una historia con telépatas. Demasiado popurrí (ecos a Muero por dentro, Más que humano o Ubik, por citar los más evidentes) y sin pulso en su nudo, apenas se salva por el giro final cuando se apunta al protagonista como responsable de su propio infierno. Sin duda sirvió de base para El hombre vacío. Otro relato conectado con su obra posterior es “Remembering Siri”, el relato del cónsul de Hyperion. Una historia de amor y entrega en una pareja a través de décadas cuya gracia está en cómo se cuenta, fragmentada en diversas escenas ordenadas de manera no secuencial. Su presencia en el libro evidencia, como el resto de cuentos de terror, otra de las cualidades fundamentales de Simmons: su talento para retomar ideas, nociones, argumentos vistos en otros lugares y adaptarlos a sus intereses para regurgitarlos, si no como algo nuevo, sí como algo flamante. Productos que se nutren y toman impulso desde los estereotipos de un género para terminar alojados en la mente del lector. Resonando.

Harina de otro costal es “E-Ticket to Namland”, no por su calidad sino por la acidez de su planteamiento. Simmons cuenta una historia prima hermana de “Fiebre de guerra” de J. G. Ballard pasada por cal viva y agua. Un antiguo combatiente en Vietnam retorna al país donde padeció el infierno como parte de un grupo deseoso de conocer cómo fue aquella experiencia. El país se ha convertido en una especie de parque de atracciones donde se puede contratar un “safari” de experiencias: se reviven los ataques en helicóptero, las patrullas por la selva, las luchas en los túneles… Los vietnamitas participan de todo ello como figurantes aunque, si se anhela algo más auténtico, se puede contratar un “pack” más personalizado. La narración se fundamenta tanto en el peso del recuerdo como en su olvido, la banalización de la violencia, la búsqueda de nuevas experiencias para salir del hastío de la vida cotidiana, la carencia de empatía por el otro, y exuda vitriolo. Una vez más, Simmons no se muestra muy ducho en el momento del cierre con un final en falso, pero no mitiga la amarga sensación que ha desplegado hasta entonces.

Se hace difícil pensar en alguna editorial publicando hoy un libro con los mejores cuentos de Simmons. Como soñar es gratis, quizás algún día Valdemar decida acordarse de ellos, no para publicar ninguno de sus libros tal y como están, pero sí para recuperar los mejores de terror. Hay aquí seis o siete piezas notables a los que se pueden sumar otras como “La foto de la clase de este año” y formar un volumen de gótica imprescindible. Si se pueden permitir los derechos, claro.

Prayers to Broken Stones, de Dan Simmons
Headline Book Publishing, 1992
314 pp. Tapa dura.

2 comentarios en “Prayers to Broken Stones, de Dan Simmons

  1. Hola 🙂 Ahora mismo que estoy con los Cantos de Hyperion, solo me falta el último, no sabía nada sobre sus escritos en el campo del terror, otro de los que me atrae mucho; solo conocía su otra novela El terror (de la que van hacer serie de TV también). Pues ojalá alguna editorial se decida, por que la forma de narrar de Simmons es única. Un abrazo^^

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