El título de esta novela, en español y en inglés (Hell Hound), puede conducir a equívocos. El perro en el centro de la excelente ilustración de Rafael Martín para la cubierta es el motor de su argumento y el único personaje cuya historia se relata en primera persona. Sin embargo, hay a su alrededor toda una serie personas que reciben una atención equivalente. En la práctica, esa equidad convierte Baxter en una novela coral que se beneficia del protagonismo compartido. De hecho, me ayudó a olvidarme de mi mayor tensión al leerlo: a pesar de mis amplias tragaderas para asumir el pacto de ficción, con Baxter me he estrellado con la voz y el tono que Ken Greenhall utiliza para modelar los pensamientos del perro. Una decisión que puede poner en cuestión la suspensión de incredulidad durante toda la lectura.
El primer capítulo no se esconde. En tres páginas Baxter revela su cansancio por las rutinas impuestas por su dueña, una señora entrada en años. Las experimenta como opuestas a lo que entiende por vida. Sus expectativas parecen más afines a las de un joven matrimonio al que espía desde la ventana. Con esto en mente organiza el asesinato de la anciana sin que nadie pueda sospechar de él, y ser adoptado por la pareja. Esta treintena de páginas marcan la estructura del resto del libro: se abre un nuevo escenario en el cual Baxter pasa de la ilusión a la frustración y desencadena una nueva secuencia de acontecimientos que le abren un nuevo planteamiento…
Así contado, ese Sabueso infernal parece el título perfecto. Sin embargo, desde sus valores, su extrema frialdad y la manera en que continuamente observa a los seres humanos que le rodean, su historia personal tiene mucho de fábula. Grotesca, por esa ideología perruna formulada desde un carácter humano, y un tanto absurda porque esos humanos a los que continuamente se contrapone resultan aterradoramente verosímiles. Esa pareja joven que parece disfrutar de cada día al máximo pronto entra en el camino de los suburbios: obras en casa y un niño; hay vecinos que pasan el día nutriéndose de la vida de otros vecinos, sin involucrarse en ella; un padre repelente que, en su relación con una hija y su perra, no distingue entre el amor y la posesión; un matrimonio incapaz de darse cuenta del monstruo que han criado. En ese lugar recreado por Greenhall alrededor de Baxter, como un eco macabro de las barriadas dormitorio de muchos relatos de Richard Matheson o las novelas de la última etapa de Ballard, abundan las emociones mitigadas y una decadencia que desencadenan explosiones de comportamientos abyectos. A los ojos de Baxter, mucho más injustificables que los suyos. Estos al menos obedecen a sus instintos más sencillos y conectados con un supuesto orden natural.
Esta visión del entorno suburbial es la puerta abierta al horror en una novela que se mueve sobre todo entre el psicokiller y el thriller de intriga. De una manera bastante efectiva. Ken Greenhall no se pierde en prolegómenos ni en meandros y es capaz de contener este microcosmos en 200 páginas. ¡Ah, los años 70!
Baxter, de Ken Greenhall La Biblioteca de Carfax (2020)
Hell Hound (1977)
Traducción de Blanca Rodríguez
204 pp. Rústica. 19,75 €
Ficha en la Tercera Fundación