Master of Space and Time, de Rudy Rucker

Master of Space and Time

Master of Space and Time

Me disculparán si esta vez les cuelo el refrito de la reseña que publiqué hace unos cuantos años en otro blog, pero es que mi hija, que es en realidad quien me hace las reseñas, está muy liada con los ensayos de la fiesta del patrón de su cole. Así que aprovecho para recomendar por enésima vez Master of Space and Time, porque soy muy brasas y porque me gusta mucho. Además, creo que nunca jamás volveremos a leer nada traducido de Rudy Rucker, un autor que merecía mejor suerte a la hora de ser publicado en España, donde tan sólo hemos podido disfrutar de dos obras de ficción; la estupenda Software y la fallida El hacker y las hormigas (no sé en qué estaría pensando la editorial Ómicron para escoger esta novela de entre todo el amplio corpus ruckiano). Ilustre matemático con varios libros de divulgación en su haber (el interesado puede buscar La cuarta dimensión, publicada por Salvat en 1988), programador, escritor de cf y descendiente directo del popular filósofo Friedrich Hegel, Rucker era el que hacía de Philip K. Dick en el gran guiñol de escritores que escenificaron el cyberpunk. Pero cuidao, un Dick con sólida formación científica que hubiese cultivado la ciencia ficción dura. Por supuesto, en su currículum abundan episodios de abusos de drogas y paranoia, en los que brillan con luz propia las apariciones marianas del propio Dick y Allen Ginsberg durante sendos cebollones de ácido. Pero por encima de todo ello, Rucker es un escritor de una inteligencia muy superior a la media, muy agudo, extraordinariamente divertido y capaz de expandirte la mente a base de triturar conceptos matemáticos, científicos y filosóficos y suministrarlos directamente al cerebro.

Master of Space and Time (1984) vendría a ser algo así como el cuento de los tres deseos reescrito en clave de comedia frenética por un Lewis Carroll puesto de ácido y dispuesto a revelarnos el secreto del universo y resolver una cuestión filosófica básica; ¿por qué hay algo en lugar de nada?. En manos de Rucker, esta cuestión se convierte en un carrusel surrealista en avance rápido, en el que dos científicos locos consiguen controlar el principio de incertidumbre asociado a la física cuántica, logro que les proporciona un control absoluto sobre la realidad, un poder limitado únicamente por la imaginación de cada uno. El ritmo de locuras de esta novela es completamente endiablado; en la página dos, Joe, uno de los miembros de la pareja protagonista, un inventor-científico-programador caído en desgracia, entra en su coche al salir del curro y en el salpicadero le espera la figura diminuta de Harry, un antiguo socio que le visita desde el futuro. En la veinte se ven perseguidos por un lagarto gigante. En la cuarenta y tantos los dos socios se fabrican una máquina capaz de incrementar la constante de Planck (cuyo funcionamiento descubrieron en un sueño) con la que realizar todos sus deseos durante una hora. En la sesenta viajan a una realidad alternativa donde el alter ego del protagonista es un cerebro gigante cuyos hijitos-cerebro van por ahí esclavizando a la gente chupándoles la médula espinal. En la ochenta se pone en marcha una invasión de la Tierra por los cerebros éstos, que resulta que son alérgicos al alcohol (por supuesto, esto tiene su explicación lógica en la novela). Así que la gente va bolinga por ahí para evitar convertirse en esclavos de minicerebros de otra dimensión… De sentido común, vaya. Y todo así, hasta que finalmente todo encaja con la perfección orgánica de un huevo, uno de los finales más estupendos que he leído, un juego metaliterario, metafísico y metadetodo de altura. Pues eso, que no hay por donde cogerla.

Ya que han picado me permitirán que entre un poco en materia algo más espesa. Master of Space and Time es la novela transrealista mejor resuelta de Rucker (y ha escrito unas cuantas así), escrita siguiendo los principios de su Transrealism Manifesto , concebido tras leer Una mirada en la oscuridad, de Phil Dick (imagino que con aparición incluida). El transrealismo consiste en tomar la realidad como objeto de análisis, pero no la realidad tratada desde el naturalismo estricto, sino mediante los clásicos elementos fantásticos o de ciencia ficción que aportan nuevos significados al texto. Por ejemplo, el viaje en el tiempo simbolizaría la memoria, los mundos alternativos serían la representación de las diferentes percepciones del mundo que tenemos cada uno de nosotros, o la capacidad de volar como metáfora de la iluminación espiritual (es interesante constatar que sólo dos personajes femeninos desean volar en Master… Y además son los personajes más positivos y con la cabeza mejor amueblada de la novela). De este modo se superarían las limitaciones del realismo naturalista aportado nuevas metáforas fundamentadas en conceptos de ciencia ficción, mediante las cuales se provocaría en el lector el estado mental necesario para percibir nuevas o superiores realidades, en las cuales la nuestra está inmersa. El objetivo es alcanzar un estado de percepción distinto, desde el que podremos desafiar ésa herramienta de control social que es la “realidad consensuada”, el estado de las cosas tal y como son, las “verdades” asumidas por todos que, en su mayor parte, vienen impuestas desde el poder, tan sutilmente inyectadas en nuestro córtex por los medios de comunicación de masas que llegamos hasta el punto de pensar que todo el desastre de vida que nos hemos ido construyendo, este ciclo infernal de trabajo-consumo, ha sido idea nuestra.

Esta ruptura es una epifanía que, en teoría, debería sufrir el lector a través de los personajes, inmersos en una caótica estructura argumental que intensifica esa sensación de aleatoriedad, de realismo imprevisible. Rucker utiliza personajes existentes en la realidad (él mismo, su mujer, amigos y conocidos), capaces de actuar y reaccionar independientemente de la arbitrariedad de su autor, evitando convertirlos en meras marionetas de su voluntad creativa, intentando recrear, mediante sus reacciones inesperadas, la ilusión de que poseen vida propia. Así Harry Gerber y Joe Fletcher, los protagonistas de Master… no son más que alter egos de Rucker, dos aspectos de su personalidad; Harry es el pasadísimo científico únicamente interesado en beber, el sexo y disfrutar de aventuras lisérgicas y Joe el responsable programador de computadoras, esposo y padre de familia. Y sobre todo, los personajes son bichos raros, personas lo más alejadas posible de lo que conocemos por “gente normal”. Mostrencos, que a su modo son bastante más lúcidos en la percepción de la realidad que la aborregada sociedad circundante inmersa en la famosa “realidad consensuada”.

Resumiendo, la novela autobiográfica convertida en artefacto mágico capaz de cambiar vidas a través del fantástico y la cf (en un movimiento que recuerda a una novela, ejem, prototransrrealista como es El circo del Dr. Lao de Charles Finney). Y todo esto tan bonito y tan antiguo se condensa en una novela que no llega las trescientas páginas, divertida, graciosísima, vertiginosa y absorbente que se lee de un tirón en un trayecto de media distancia en autobús. Eso sí, Rucker escribe tan acelerada y rematadamente mal (desconoce el significado de conceptos como “estructura” o “figura literaria”) que nunca será admitido en el Parnaso de las Artes y las Letras, pero ni falta que le hace. Y mientras andamos distraídos riéndonos con esta comedia enloquecida, nuestras neuronas se irán reconfigurando lentamente, generando conexiones nuevas recorridas por estímulos diferentes a todo lo que hayamos sentido hasta entonces y al cerrar la novela la realidad nunca volverá a ser la misma. El equivalente literario a tomar LSD. Si la perspectiva de drogarse gratis y cómodamente en casa no los ha convencido, nada lo hará.

Master of Space and Time, de Rudy Rucker
Running Press, 2005 (publicada originalmente en 1984)
288 pp. Rústica. 8,00 €

8 comentarios en “Master of Space and Time, de Rudy Rucker

  1. Casi ya no me acordaba de la reseña que escribiste para La estación perdida (ya podías recuperar el resto), así que en el segundo párrafo he pensado: “Esto es como dos temporadas de Doctor Who en 300 páginas”. Menos mal que después es algo más. Echo de menos estas historias alocadas en las que pasan tantas cosas en tan pocas páginas, un poco como Mundo simulado que reseñaba hace unos meses. ¿Se sigue escribiendo esta ciencia ficción delirante?

  2. Bueno, son otros tiempos, otras maneras… Yo no estoy muy al día, pero creo que la última que leí breve de cf actual y de menos de trescientas páginas fue “Nova Swing” de Harrison. El último de Sterling, “The Caryatids” también andaba por ahí, no estaba mal. Ahora imagino que hay que buscar “novelettes” por la edición en ebook, tipo Liu Cixin, que escribe unas locuras…, aunque no he decidido si me gusta o no.

  3. No puedo estar más de acuerdo con esta reseña. Todavía no he leído este Master of Space and Time, pero no hace mucho me chuté la Ware Tetralogy (Software, Wetware, Freeware y Realware), y por lo que cuentas los efectos son prácticamente los mismos. Todavía tengo flashes y me sube la tensión sólo de pensar en las guarreridas drogoto-sexuales de Wetware, por ejemplo.

    Rucker es genial y lo que más me gusta es que “escribe tan acelerada y rematadamente mal (desconoce el significado de conceptos como “estructura” o “figura literaria”) que nunca será admitido en el Parnaso de las Artes y las Letras, pero ni falta que le hace”. Eso es cierto, no le hace ninguna falta, además, creo que parte del encanto es ese, y si escribiera “bien”, o un poco “mejor”, perdería parte de la increíble potencia que tiene su prosa.

  4. Si te gustó la serie de ´ware, pillate ésta y White Light, te van a gustar todavía más.

    Jajajaja, esa droga que derretía la carne, como el éxtasis que te fundía en la bañera era buenísima. Y los robots masculinos que hablaban en beatnik y los femeninos como las hermanas Brönte también era genial. Es una locura esa serie, lástima que ya Freeware flojease. Realware no la he leído. Pero Software y Wetware son geniales.

    Claro, lo que mola de Rucker es que va a toda pastilla de locura en locura sin parar, imaginación completamente desbocada, ahí reside su poderío, totalmente de acuerdo.

  5. White Light la leí hace muchísimo tiempo (tengo que refrescarla). Free y Real flojean un poco, cierto, pero en realidad, leídas las cuatro novelas así de seguido no se nota mucho. Los primeros capítulos de Freeware son fabulosamente repulsivos, con esos “moldies” que huelen a queso.

    La sensación que te queda con la tetralogía es de aceleración desquiciante: la cosa va perdiendo partes y sentido a medida que se acerca al final, como un coche que fuera perdiendo piezas en una huída hacia delante en plan ‘Los autos locos’.

    Lo veo muy “cartoon”, y daría para hacer una serie de animación deliciosamente delirante. No sé a qué esperan los de Adult Swim.

  6. Me vas a hacer releer la trilogía de Ware, con la lista de tareas lectoras que tengo para este año. Freeware me la leí hace un güebo, como quince años, cuando estabas leyendo tú White Light seguramente. Recuerdo que acababa con una escena demencial, vienen unos alienígenas en son de paz, los protagonistas se los cargan sin mediar palabra, explican que en realidad eran malísimos, y hala! acaba la novela! Pero ya te digo que la leí hace muchísimo y quizá lo haya soñado.

    Por lo demás te doy toda la razón, es verdad, Ware es totalmente cartoon desde el principio, me parece una observación cojonuda. Ahí está su gracia para los que nos molan estas cosas enloquecidas. Y lo de Adultswim viene que ni al pelo, porque acabo de ver toda la temporada de Rick and Morty y me ha dejado alucinadísimo, una serie de dibujos de cf y humor que es totalmente loquísima, muy ruckiana, con un científico loco que podría ser un Cobb Anderson perfectamente.

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