Para los aficionados que todavía conocen Nueva Dimensión como algo más que esa revista de la que usted me habla, existen números de peso, y uno de los más compartidos suele ser el 129. Entre sus relatos figuraba “Nunca digas buenas noches a un extraño”, la ficción que puso el nombre de Rafael Marín (Trechera) en el mapa. Una historia de género negro que ocupaba la mayor parte de su extensión y terminó ganando incluso a los lectores más hostiles hacia la publicación de textos escritos en España. Desde su aparición en 1980 el currículum de Marín acumula colecciones de relatos (Unicornios sin cabeza, La sed de las panteras, Son de piedra y otros relatos…) y novelas (Lágrimas de luz, La leyenda del navegante, Juglar o La ciudad enmascarada, Don Juan). El conjunto forma una de las bibliografías esenciales de la literatura fantástica española reciente fruto de una labor incansable extendida al mundo del tebeo, docenas de traducciones, su faena como estudioso y divulgador o, incluso, creador de opinión, en la cual sobresale su actividad en su blog Crisei (tristemente abandonado), los múltiples foros de Dreamers, listas de correo y un largo etcétera.
En la introducción de Está lleno de estrellas Luis G. Prado destaca que, en esta tarea de cuatro décadas, además de una búsqueda continua de nuevos cauces expresivos, Marín evidencia una vitalidad digna de ser recordada; bien a través de la lectura de su obra, cada vez más difícil de conseguir, bien a través de este libro donde el autor de Mundo de dioses se cuenta a través del encadenamiento de dos tipos de breves textos. Por un lado el relato de su carrera como escritor y traductor, desde la ternura de sus primeros pasos hasta la actualidad. Y por otro mediante el contexto cultural que marcó el desarrollo de sus gustos o la evolución de la ciencia ficción, la fantasía y el terror en el imaginario colectivo; el conjunto de tebeos, series de televisión, películas y libros que suponen una parte sustancial del bagaje del cual surgen o con las cuales se emparientan sus creaciones más ligadas al ámbito fantástico.
Los primeros me parecen, para el conocedor de la obra de Marín o el interesado en hacer arqueología de los géneros populares, los más atractivos. Su desarrollo funciona como paradigma de las carreras de una serie de autores que, en el último cuarto del siglo XX, pasaron del amateurismo a ese profesionalismo extremadamente precario tan característico en España. Esta línea, que conecta Nueva Dimensión con los fanzines de los 80 y 90 y la publicación en alguna de las colecciones más importantes de este período (Ultramar, Nova Ciencia Ficción o Miraguano Futurópolis), depara pequeñas semblanzas de los procesos de escritura de sus primeras historias, su pertenencia a colectivos que alumbraron diversos fanzines y narraciones a varias manos, el impulso que le llevó a sus primeros relatos editados por otras personas… Y cristaliza la incansable búsqueda por alcanzar una voz, contar sus historias y hacerse un hueco para poder expresarse en un escenario frágil donde, por ejemplo, la primera publicación de Lágrimas de luz termina con el libro apenas visto en Barcelona y Cádiz. Por contar una anécdota de las docenas que tapizan el medio centenar de capítulos en que se divide Está lleno de estrellas.
Los momentos de esperanza se suceden de los inevitables fracasos y la consecuente frustración. Sin embargo, el guionista de Iberia INC y Triada Vértice acierta a mantener un equilibrio entre ambos extremos. En este sentido la remembranza se ofrece con varios vértices y aristas redondeados. La circunstancia en la cual Marín se entera que sus tres títulos en Minotauro iban a sufrir un saldo hubiera admitido algo más de contundencia a la hora de reflejar el hecho de cómo sus editores le arrojaron (a él y a un puñado de escritores) a los pies de los caballos. Hubiera merecido la pena conocer sus impresiones a cómo después de 3 décadas traduciendo esta faceta profesional entró en un parón en el cuál continúa cinco años más tarde. O saber cómo valora desde el ahora sus polémicas en blogs, listas de correo, foros…
Esta distancia respecto a los malos momentos y una cierta contención se extienden a sus impresiones sobre las películas, series de televisión, cómics y escritores. Las aborda a vuela pluma, con una o dos ideas apuntadas sin apenas desarrollo para abarcar la mayor cantidad de tiempo en el menor espacio posible. Marín no marea la perdiz. Manifiesta opiniones coherentes y las transmite con su expresividad e ingenio habitual. Pero me hubiera gustado un poco más de detalle en la redacción; una reunión de textos más allá de la reimpresión de lo que mayormente leímos en Crisei hace años.
Sea como fuere, nada quita un ápice de atractivo a este panorama impresionista de medio siglo de vida. Un testimonio de perseverancia y continua reinvención sobre cómo se construye una carrera literaria en España. Un homenaje a una memoria, la de la ciencia ficción, fantasía y terror escritos desde los 70, y la propia labor de Rafael Marín. Como la de otros tantos autores anteriores y coetáneos, destinada a ser publicada o recuperada por sellos pequeñas… si no amenazada por un doloroso olvido.
Está lleno de estrellas, de Rafael Marín (Cyberdark, col. Cyberdark presenta, 2015)
172 pp. Tapa Blanda. 15,95€
Ficha en La Tercera Fundación