La maldición de Lono, de Hunter S. Thompson

La maldición de LonoEn los últimos años hemos sufrido el aumento de columnistas que, con cierto aire descarado y bastante demagogia, aportan afilados comentarios con el propósito de aumentar las visitas de sus blogs y secciones en los periódicos. Normalmente enumeran como referencia a los grandes clásicos españoles, ¿quién no quiere ser Larra?, pero resulta evidente que el influjo mayoritario proviene de Hunter S. Thompson.

Sexto Piso ha publicado con La maldición de Lono otra muestra de lo que fue Hunter S. Thompson. Hasta su anuncio no conocía su existencia y reconozco que desde ese momento he ansiado leerla. El volumen es una pequeña joya en su edición, un libro comodísimo de leer, bien ideado y maquetado tomando en cuenta que mezcla reportaje, extractos de otras obras, correspondencia personal del autor y alguna fotografía. Lo mismo se puede decir de la traducción de Jesús Gómez Gutiérrez: impecable y sin desmerecer al estilo del autor.

El maestro del periodismo gonzo fue una persona excesiva, tal y como se puede comprobar en cada página del autor: en todos los reportajes su carácter y visión resultan ineludibles e invasivos. No habla de lo que ve, sino de cómo lo vive; y sobre todo, no busca ningún mensaje ni finalidad. Llega un momento en el que sólo quiere solucionar los problemas creados por él mismo.

Las 200 páginas de La maldición de Lono comienzan cuando el autor es invitado por una revista deportiva para cubrir el maratón de Hawái. Una propuesta absurda que sólo puede llevar a situaciones imposibles, como deja claro Hunter S. Thompson cuando acepta y se plantea correrla o saquearla en base a su despiadada visión del mundo de los corredores.

En realidad, el tema de la carrera se agota sobre la página 70 y apenas se habla de ella, sólo apuntes como

¿Por qué corren esos mierdosos? ¿Por qué se castigan de un modo tan brutal, si no hay premio alguno? ¿Qué instinto enfermizo empuja a ocho mil personas supuestamente inteligentes a levantarse a las cuatro de la madrugada y recorrer cuarenta y dos kilómetros rompepelotas por las calles de Waikiki, dando tumbos a toda pastilla, en una carrera donde menos de una docena tiene alguna remota posibilidad de ganar?.

Poco le importa el maratón, él quiere divertirse, vivir sus aventuras y drogarse.

Se debe asumir que, aparte de su genio, es un desastre de persona que va de un lugar a otro como un personaje de dibujos animados siempre cercano a la desgracia: queda varado en un barco en medio del oleaje, realiza submarinismo borracho, falta al respeto a los dioses de los isleños –y se llega a creer uno-, golpea la entrepierna de un camarero… Para vengarse de una persona, fabrica un artefacto que

no era un petardo, sino una bomba en toda regla: 2490 petardos chinos de color rojo intenso; un paquete de cinco kilos, y con un detonador de acción retardada, para que la explosión pareciera interminable.

Hay una diferencia esencial entre el autor y todos los seguidores que no han llegado a hacerle sombra: a pesar de todo lo que le rodea y de sí mismo, Hunter S. Thompson es un genio sincero. ¿A qué me refiero? El pobre diablo es una persona horrible, un manipulador egocéntrico que no duda en poner en riesgo la vida de los demás por puro capricho. Pero no lo oculta, sus sombras son fáciles de encontrar en cuanto se toma distancia de lo que nos narra. Y qué bien narra, fiel a un estilo repleto de oraciones cortas y a veces contradictorias, mezcla diversión y experiencias. Cuenta las mayores barrabasadas con una normalidad que el lector asume como verídica y al que arrastra a un pacto de sinceridad y ninguna contención.

La maldición de Lono amplía la leyenda de Hunter S. Thompson. Es un libro interesante, hilarante y excesivo donde nos reencontramos con el esperado escritor-periodista, lo más parecido a un chute de metanfetamina que vamos a encontrar en las librerías.

La maldición de Lono (The curse of Lono, 1983), de Hunter S. Thompson
Ed.Sexto Piso, 2016. Traducción de Jesús Gómez Gutiérrez
Rústica con sobrecubiertas. 208 pp. 20€
Ficha en la web de la editorial

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