El Ministerio del Tiempo, ideología y mecanismos de la ciencia ficción

El Ministerio del Tiempo

En estos tiempos que corren, se da por descontado que no estar a favor es estar en contra. Y, por añadidura, muy en contra. Las discusiones en internet se inclinan de inmediato a los extremismos. A la hora de poner mis peros (numerosos) a El Ministerio del Tiempo, me encuentro en la tesitura de que, ante la ola de entusiasmo, se me coloque en el bando de los haters. Y no, no es cierto. Entiendo en parte las razones de la rápida popularidad de esta serie, pero me resulta pasmoso el entusiasmo que está generando. Y en particular, me desconcierta que guste en el sector de los aficionados con cierto bagaje en la cf, cuando se trata de un producto con serias carencias respecto a otras obras del género que seguramente conocen, y con los que por tanto lo pueden comparar.

Para que no quede ninguna duda sobre mi posición al respecto, empezaré con las razones obvias por las que entiendo que El Ministerio del Tiempo no es un mal trabajo.

+ La producción en general está por encima de la media de las series españolas. La ambientación es obviamente cuidada, las interpretaciones bastante razonables por lo general… No, no es la HBO, pero se trata de un producto técnicamente correcto.

+ Siempre he defendido la idea de que la cf española debería utilizar materiales locales (historia, leyendas…) como medio para atraer a un público mayor. El Ministerio del Tiempo lleva a cabo esa labor de manera adecuada. No es algo hecho desde fuera, sino con cariño y conocimiento, y eso está pesando mucho en su favor. De manera lógica.

+ El sentido del humor y las referencias. Poner en una serie de viajes en el tiempo a los heavies de la Gran Vía, por citar un ejemplo, es brillante. Sí, puede que no sean más que chistes para consumo doméstico; pero la simpatía se cultiva con esos mecanismos.

Bien, son aspectos con algún peso. Mi sorpresa es cuando se obvian en cambio problemas bastante evidentes.

El Ministerio del Tiempo+ La ideología de fondo de la serie es sospechosa. Se nos presenta un organismo del gobierno español que vela por el correcto destino del país. Y cuando el protagonista plantea en el primer episodio la duda de si no se podía haber conseguido algo mejor que lo que tenemos, la respuesta es que no. No, señores, porque vivimos en la mejor España posible: la de la corrupción, los deshaucios, la falta de un desarrollo científico, los bajos índices educativos, la inseguridad jurídica.

En año electoral, el mensaje de una serie producida por la televisión pública es: da igual lo que voten, esto no se cambia ni retrocediendo en el tiempo para arreglarlo. Somos españoles: improvisen. Lo único que podemos conseguir es que España no se estropee más; mejorarla es imposible. (Según vamos descubriendo, el resto de los países del mundo no cuentan con puertas para viajar con el tiempo. ¡Y esto es lo mejor que hemos conseguido con semejante ventaja! ¿A nadie se le ha ocurrido poner a Jaime Blanch en la puta calle ya mismo? ¿De verdad era inevitable aguantar cuarenta años a un dictador hasta que se muriera en la cama?).

Si esta interpretación política parece algo forzada, me gustaría señalar que hay detalles que hacen sospechar que El Ministerio del Tiempo es un producto tan cuidadosamente prefabricado que algo así podría estar en el fondo de su diseño. Por ejemplo, así lo muestra la falta de temas verdaderamente polémicos en su concepción. O la composición escasamente casual del trío de protagonistas: el madrileño valiente y estresado, la catalana menos protagonista pero taaan inteligente y moderna (y una patriota, oiga: fan de Lope de Vega), el andaluz algo menos fiable pero dinámico. Obvias idealizaciones positivas de cada estereotipo local y colocadas en la jerarquía adecuada al discurso dominante.

La torre de los siete jorobados+ Desde el punto de vista de los mecanismos de la cf, El Ministerio del Tiempo es, para decirlo suavemente, un relato poco trabajado. Los 130 años transcurridos desde la publicación de El anacronópete, en los que la cf ha ido refinando distintas formas para tratar el tema del viaje en el tiempo, no han afectado lo más mínimo a los creadores de esta serie. De hecho, nos vamos a antes de Gaspar y Wells; el viaje en el tiempo es ¡fruto de la magia! Supongo que, al fin y al cabo, somos españoles, y lo de llevar a cabo desarrollos científicos se nos escapa. Y es magia judía, nada menos: aquí sí que debo admitir un guiño a un referente como La Torre de los Siete Jorobados (como decía más arriba, ¿cómo no simpatizar con una serie con ese tipo de detalles?). Detallitos como que el hecho de que una construcción semejante se llevara a cabo en un pueblucho como era el Madrid de la época de Isabel La Católica vamos a obviarlos; llevarnos la acción a Valladolid, Burgos o Toledo sería un grave síntoma de descentralización.

El problema es que ni siquiera se es coherente con ese planteamiento. Ya se ha comentado en varios lugares el uso de teléfonos móviles, que es una evidente insensatez. Pero las puertas en sí… Parecen abrirse siguiendo un proceso lógico que consiste en que lo hacen donde viene bien a la trama. También es posible viajar con ellas en el espacio: no hay más explicación que el hecho de que son mágicas. A veces parece que cambian de destino temporal, porque no puede haber puertas para cada segundo posible, pero en otra escena descubrimos que hay un tipo que va siempre que quiere a ver ganar la Liga del doblete al Atleti. Porque, como somos españoles, en realidad lo de vigilar la coherencia del tejido temporal y tal, pues oiga, no vamos a privar a un fulano de ver siempre que quiera a Pantic y Kiko en plenitud…

No sabemos nada del impacto que causa el que se produzcan los posibles cambios, como se recoge en el presente. Da igual que la misma persona esté a la vez en dos lugares (o en diez asientos distintos del Calderón) en el mismo momento temporal. En resumen: la serie no hace los mínimos deberes que algunos de esos lectores de cf veteranos a los que les entusiasma considerarían inexcusable en cualquier libro que cayera en sus manos.

+ En linea con lo anteriormente dicho, las tramas de los episodios en sí tienen una solidez más propia del producto medio de Clan TV que de una serie con aspiraciones relevantes. Sólo un ejemplo: en el primer episodio, un malvado francés (un revolucionario, para qué decir más) se carga con su antigua pistola de un solo tiro a un policía contemporáneo, para quitarle su pistola de varios tiros y matar con ella a El Empecinado. La posibilidad de matar con la pistola de un solo tiro a El Empecinado no parece ser tomada en consideración, puesto que el objetivo de la serie es demostrar que el francés (¡y revolucionario!) es malo y va disparando con trabuco por ahí a la policía.

En resumen: El Ministerio del Tiempo es una serie de éxito, y lo encuentro razonable. Pero para ser serie de culto debería ser algo mucho más cuidado, a mi entender. De acuerdo, es nuestro Doctor Who, y no está mal que tengamos uno. Pero la verdad, a mí nunca me ha gustado Doctor Who. Me da un poco vergüencita que algo así pueda ser para mucha gente considerado como un ejemplo representativo de la ciencia ficción.

13 comentarios en “El Ministerio del Tiempo, ideología y mecanismos de la ciencia ficción

  1. No veo en qué puede perjudicar a la “audiencia media” darle coherencia al argumento. Sin embargo, no es necesario ser un aficionado avezado del género para percibir que tiene agujeros por todas partes, sin necesidad de hilar muy fino.

    Sin entrar en aspectos ideológicos, que para mí sí son importantes, la serie es argumentalmente una chapuza. En el fondo, por muchas referencias que los guionistas confiesen en programa anexo – “Los archivos del Ministerio”, un acierto de formato televisivo -, las puertas del tiempo son un mero pretexto que carece de entidad argumental para revisar con mayor o menor fortuna la historia de España, pero rehuyendo los episodios más polémicos. En realidad no es una serie de género, es un “Cuéntame” de la historia, pero peor terminado.

  2. A propósito, creo que estás interpretando mal los actos del revolucionario francés. Intenta asesinar al Empecinado porque ha leído en el libro robado en la Cada del Libro que fue quien organizó las guerrillas durante la Guerra de la Independencia. La pistola la roba para proporcionar a las tropas napoleónicas de un arma avanzada; que la use en el intento de asesinato es accesorio.

    En cuanto a las acciones de Lola, es harina de otro costal. Una cosa es que quiera decantar la guerra hacia el bando francés y otra que les de acceso a las puertas del tiempo, del mismo modo que pretende defender la vida del Empecinado aunque lo identifique como punto Jonbar :/

  3. Me parece que al fandom cifi le ha pillado esta serie con el pie cambiado y quiere que sea una cosa que no es.

    Creo que Vincent sintetiza la serie muy bien con lo de “las puertas del tiempo son un mero pretexto que carece de entidad argumental para revisar con mayor o menor fortuna la historia de España”. Es que así se ha propuesto y así se ha aceptado: la serie se produce y consume como una serie de aventuras con componente fantástico. Toda la conversación que genera en las redes sociales gira en torno a los personajes y las épocas que visitan, y se pueden apuntar el tanto del entretenimiento didáctico: desde hacer Trending Topic a Lope de Vega o Torquemada en Twitter hasta cuadruplicar las visitas de Wikipedia relacionadas con el trasfondo de cada capítulo. En cambio, la conversación generada sobre el funcionamiento de los viajes en el tiempo, de las puertas o del ministerio es casi indistinguible de cero (el tipo de especulación que en series como Lost compiten en interés con lo otro, por ejemplo). Está en un segundo plano para los guionistas (con lo de “el tiempo es el que es” ya dejaron claro que no van a tocar mucho el tema) y para el público. Luego, claro, en el fandom cifi, santuario de los viajes en el tiempo, es donde se habla de lo descuidado que está ese aspecto (que lo está) y de lo importantísimo que es (que no me lo parece).

    Por otro lado es indudable que la serie ha tenido una reacción fuerte e instantánea. Creo que refleja ni más ni menos la falta de competencia de productos así en español, mezclado con una complicidad especial que logra con el espectador al recurrir a guiños nacionales, como se ha dicho en el artículo, y el hecho de que todo el mundo puede comentarla a la vez inmediatamente tras cada capítulo (emisión + visionado online). Me parece normal, inevitable e irrepetible si la serie logra renovar y abrir las puertas a otro tipo de ficción televisada española, en cuyo caso todo dejaría de ser oro de forma natural. Es la euforia de la excepción.

  4. Lo curioso es que, a pesar de que el producto es narrativamente mediocre, le han sabido dar un envoltorio sobresaliente: la integración de las serie en las redes sociales está hecha de manera sobresaliente. El trabajo de marketing es brillante.

  5. Vi el capítulo de ayer “por culpa” (es broma) de este artículo y me aburrió soberanamente. Mucho melodrama, las inevitables referencias y una intriga sosísima a cuenta del apasionante tema del recibo del Guernica (si el recibo hubiese sido en realidad una letra del coche del jefe, a lo Mortadelo y Filemón, habría mejorado mucho). Esta claro que un capítulo en el que hubieran viajado en el tiempo a provocar el 23-F para legitimar la democracia no se hace ni en cien años, hurgar en temas delicados es de ingleses o americanos. Memorable también la escena entre Picasso y Velázquez, soltando tópicos de señora mayor tipo “el madrileño, simpático como ninguno”.

    Poco que añadir a lo que decís, muy de acuerdo con Vincent Vega, esto es “Cuéntame” revisitando momentos de la historia de España, en plan recuperemos nuestro maltrecho orgullo, una especie de conservadurismo moñas y de buen rollo, de anuncio de patrocinador de la Selección. También de acuerdo en el excelente trabajo en las redes sociales. Y la cf en esta serie es simplemente una excusa, no hay que buscarle tres pies al gato a las incoherencias. El tema de los viajes en el tiempo es muy jodido de tratar, requiere mucho tiempo y cuidado para no dejarlo todo perdido de paradojas, y supongo que el presupuesto de la serie y los tiempos de grabación no dan mucho margen para cuidar ese aspecto.

  6. Coincido con casi todas las valoraciones de Julián. El planteamiento conservador del ministerio es tan evidente que da apuro incluso señalarlo.

    Por otra parte, yo no tengo ningún problema con que las puertas sean mágicas, está claro que se trata de una decisión creativa y no de una falta de refinamiento.
    Como punto a su favor, yo añadiría que la serie es honesta con el tono y advierte de las licencias que piensa permitirse desde el primer minuto, no engaña a nadie y no se marketiza para los aficionados a la ciencia ficción rigurosa.

    Un saludo

  7. Acabo de verme el episodio 1 en TVE a la carta y creo que podría aportar algo al debate. Vaya por delante que raramente veo series: por ejemplo, apenas vi unos pocos episodios de “Expediente X”, apenas soporté 40 minutos de “Perdidos”.

    “El ministerio del tiempo” es ciencia-ficción de nivel básico; las puertas del tiempo son el pretexto argumental, y eso es todo. Más allá de eso, incoherencia: se nos dice que el tiempo transcurre para todas las puertas -y por lo tanto la puerta 21 no es la puerta que da a 1808, sino la que da a 207 años de distancia en dirección al pasado- pero también un personaje relata que pasando por una puerta determinada ha asistido al mismo partido 40 veces, lo que es incongruente. Pero esta ciencia-ficción básica, de dudosa coherencia sobre la que se procura correr un tupido velo, es moneda común también en series extranjeras. Por cada serie de ciencia-ficción coherente hay tres incoherentes. Si vemos el lado positivo, “El ministerio del tiempo” es un avance: ya falta menos para la ansiada serie de ciencia-ficción coherente.

    La idea de una agencia dedicada a manejar la historia no es nueva; citemos la Eternidad de “El fin de la Eternidad”, de Isaac Asimov, o el Cuerpo de Intervención Temporal de “El día que hicimos la Transición”, de Pedro Jorge Romero y Ricard de la Casa.

    Lo que pasa es que a los españoles nos chirría por haber tenido una historia tan infausta. Padecimos tres guerra carlistas (y una pésima reina) por el error infantil de dejar al agonizante Fernando VII mal acompañado por un momento; se ve que aquel día en el Ministerio del Tiempo hacían fiesta. Padecimos una guerra civil que además se desarrolló de la peor manera posible, maximizando duración, bajas y exiliados; decir que “podía ser peor” suena a justificación franquista. Hay precedentes: en 1988 se nos vendió la película “Espérame en el cielo” como una comedia políticamente aséptica sobre las tribulaciones del doble de Franco… pero la escena final, sorpresa sorpresa, era 100% apología del franquismo justificando la prolongación de la dictadura hasta 1975.

    No obstante creo que los españoles tenemos derecho a tener un país normal, así que si los ciudadanos de Reino Unido o Portugal pueden aceptar sin ofenderse la idea de un Ministerio del Tiempo, y Francia también a condición de que por supuesto fuese gaullista, ¿porqué no poner un poco de nuestra parte y concederle un poco de margen?

  8. Sano es leer puntos de vista distintos de una misma realidad para tener una idea lo más completa posible del fenómeno.

    No pretendo plantear un discurso negacionista sobre los argumentos del post, válidos en tanto en cuanto son apreciaciones fruto de una reflexión documentada. Pero, como siempre, todos sacamos a la luz los datos que apoyan nuestra teoría y desdeñamos aquéllos que la perjudican. Hagamos entonces el ejercicio (breve y grosso modo) de ver esos «problemas» que la audiencia (o los fans, para ser exactos) han obviado para seguir la serie… desde otro punto de vista:

    + La ideología sospechosa (por el conservadurismo). Lo primero que habría que manifestar es lo obvio: es un problema para quien tenga una postura progresista, no para los conservadores. No obstante, rasquemos un poco más en el fondo de la trama principal: el Ministerio del Tiempo se encarga de conservar la línea temporal tal y como se conoce, con sus éxitos, fracasos y barbaries, con tal de mantener la estabilidad (mensaje conservador) con una férrea ley de sanciones (presidio medieval incluido) para quien se salte la norma. Sin embargo, este fin crea continuas situaciones de desequilibrio: el soldado quiere salvar a su hijo del desastre de la Armada Invencible; el ministro quiere salvar al rabino, quien pactó con Isabel la Católica, de la hoguera… Como sabemos, los relatos precisan de esta ruptura para avanzar hacia una nueva situación de equilibrio. ¿Cuál será esa situación de equilibrio? En esos dos casos, como sabemos, el equilibrio fue «saltarse la norma». ¿Es ahí hacia donde se dirige la serie? Eso sólo se sabría en próximas temporadas. Lo que sí sabemos es que, en general, todos los personajes se plantean la duda moral, personificada en el rol de la ex agente Lola. No hay personajes planos que crean en una única verdad, sino que mantienen una actitud crítica sobre la justicia de las actuaciones del Ministerio (como lo hace el personaje interpretado por Cayetana Guillén Cuervo al intentar ayudar a otro ex agente convicto). Esa actitud bien puede despertar la identificación con otro sector, esta vez el progresista. Llegados a este punto: ¿el mensaje de la serie es «conservemos un sistema defectuoso porque nos da estabilidad» o «fomentemos la visión crítica del sistema heredado»? Posiblemente, la coexistencia de ambos valores podría ser uno de sus atractivos.

    Nota: Javier Olivares (guionista y cocreador de la serie, junto con su hermano, fallecido el año pasado, Pablo) es un izquierdista confeso.

    + Los mecanismos de la ciencia ficción: el viaje en el tiempo a través de la magia. Es difícil separar los géneros fantástico y ciencia ficción (¿quien puede asegurar que Star Wars pertenece sólo a uno?), pero en ambos hay dos caminos fundamentales para los viajes temporales: la ciencia y la magia. Muchos encontrarían un tercero: la pseudociencia, aquella que realmente no se molesta en construir una teoría científica para esta excusa narrativa y cuyo resultado es, en la práctica, casi mágico. Recordemos cómo McFly viaja en el tiempo (condensadores de fluzo incluidos) en un automóvil. Incluso la (nula) explicación de los androides asesinos de Terminator (¿alguien recuerda cómo habían conseguido las máquinas moverse por el eje temporal a sus anchas?). En este sentido, la serie El Ministerio del Tiempo no ha descubierto la pólvora, de la misma manera que tampoco lo han hecho esas otras producciones (e incluso superporducciones) anteriores. Estamos hablando de contenidos mainstream, que, aunque de género, tratan de captar al mayor número de consumidores. Las reglas de la narrativa hablan, ante todo, de verosimilitud para llegar al destinatario final. Todos estos relatos cumplen esa función. El Ministerio del Tiempo, al igual que Terminator, funciona porque expone sus premisas desde el principio. Por ejemplo, ¿por qué no poder viajar al siglo XXII cuando una persona del siglo XVI sí puede viajar al siglo XX? El primer capítulo explica en su título «El tiempo es el que es»: sólo existe un presente, a partir del cual se puede recorrer el tiempo, pero nunca a un punto anterior a que ese único presente se haya producido. Es una premisa (no una teoría) al igual que las de las puertas en bucle, el mapa de entradas, los móviles… Todas, una vez aceptadas por el espectador, funcionan como el DeLorean: echando un poquito de gasolina.

    Para que un fan con bagaje en ciencia ficción disfrute del viaje temporal no hacen falta teorías «realistas» (¿un viaje en el tiempo, a fecha de hoy, es realista?), sino verosímiles. Que se lo pregunten a Bruce Willis en la (infumable) Looper.

    Nota: En tiempos de Isabel la Católica la corte era itinerante. Incluso detalles como que el Ministerio esté en Madrid, lo cual facilita la verosimilitud de la serie a día de hoy, tienen una excusa histórica: la villa de Madrid, a pesar de ser infinitamente menos importante que Valladolid, también albergaba periódicamente dicha corte.

    + Tramas poco sólidas. Quizá aquí el trato objetivo y documentado del post ha perdido fuelle en favor de una valoración subjetiva. Como han mencionado en el debate que este post ha abierto en Facebook, el ejemplo criticado aquí en concreto está tergiversado: el objetivo del viaje del francés era conocer los planes y estrategias de su enemigo. De hecho, descubre que el Empecinado va a desempeñar un papel importante gracias a dicho viaje. Sin entrar en otras consideraciones, anecdóticas como ésta, sí es aceptable estimar que las tramas no aspiran a exponer argumentos excesivamente complicados. Se marca un objetivo episódico mientras se desarrollan poco a poco otras tramas (trama arco, serial, de temporada o como se quiera denominar). Sigue así la estructura de innumerables series, desde Expediente X hasta Fringe, Revolution. Continuum, Arrow, Resurrection, The Flash… La mayor o menor profundidad de unas y otras depende de sus objetivos y posibilidades.

    The Flash viaja en el tiempo corriendo pero en cada capítulo se deja engañar con el timo de la estampita por su jefe en silla de ruedas. Y, a pesar de todo, es un superhéroe con millones de fans.

  9. El debate ideológico es legítimo, cómo no, pero creo que se pierde la perspectiva de lo que esta serie plantea. Sus guionistas señalan que plantearla como una ucronía sería elaborar otra serie distinta. Y comparto su opinión: esto es una serie de aventuras, donde cada suceso histórico es una excusa para desarrollar un guión con clara intención didáctica al mismo tiempo que plantea conflictos de mayor calado (que no quiere decir mejor resueltos; aún quedan dos capítulos para ver hacia dónde van los tiros).

    En mi opinión, hay una línea muy fina entre la postura de “el pasado es el que es, qué le vamos a hacer”, y que hace gala del conservadurismo más rancio y resignado para quitarse el marrón de reconocer sus culpas pasadas, y “el pasado es el que es, y es lo que hay”, que más que una resignación es una toma de conciencia de la realidad. La serie no puede reescribir el pasado porque eso sí respondería claramente a una toma de posición ideológica con implicaciones narrativas muy distintas, así como un planteamiento del funcionamiento de las líneas temporales bastante discutible. No se cambia el pasado porque las repercusiones en el presente son impredicibles (y pueden afectar incluso a la pervivencia misma del Ministerio), porque los agentes no gozan de superioridad moral para ser garantes paternalistas del cambio, porque el pasado puede revelarse como inmovible… por mil razones. El caso es que tenemos un Ministerio que acepta que debe mantener las cosas como están, porque es imposible calcular las consecuncias de lo contrario. No veo que la serie trate con especial glorificación propagandística nuestro pasado, sino que lo trata como algo que hay que mantener, pero sin olvidar una postura crítica. Podrían ser más hirientes, cierto, pero bastante tienen con capear el temporal en la televisión pública en su estado actual.

    Por supuesto, si queremos buscar coherencia en términos de ciencia ficción nos damos cuenta de que las puertas, como otros habéis comentado antes, son solo un recurso argumental. Más sangrante me parece a mí que una serie que juega con la idea de que los agentes en el pasado escriben la historia y la hacen tal y como la conocemos ahora (lo que aporta la idea del inmovilismo histórico), de pronto en su capítulo 4º introduzca, sin ninguna consecuencia grave en el presente, varios cambios radicales en acontecimientos pasados. Narrativamente tiene sus altibajos, pero compensa sabiendo que aún está buscando su tono, y que tiene la suficiente mala leche como para tratar temas polémicos e introducir cameos, referencias y guiños muy simpáticos. El tema de los estereotipos no pinta nada: si no los usan para hacer sangre, ¿qué tienen de malo?

  10. Buenas tardes.

    Lo primero que hay que señalar es que por mucho que se venda o se diga que es de CiFi el Ministerio del Tiempo es de fantasía, al igual que Doctor Who. No veo por qué se le van a pedir explicaciones lógicas y físicas al Ministerio cuando el Doctor es un alienígena que viaja en una cabina de policía azul. Exactamente: los viajes en el tiempo son PRETEXTOS para el argumento, justo como en la serie británica.

    Sobre el conservadurismo… No sé si sigues la serie, pero precisamente el personaje de Guillén Cuervo considera injustas las penas de castigo y salva a un condenado. Las leyes de no intervención también se las pasan por motivos ideológicos: ”¿por qué son más importantes los de arriba que los de abajo?”. Y en todos los capítulos hay pullitas al actual Gobierno del PP.

    Mención aparte que si fuese militantemente reaccionaria se hubiese intentado evitar la II República.

    Y sobre lo de Madrid, ya te lo han explicado más arriba. La corte castellana era itinerante, y Madrid era una de las villas de descanso principales. De hecho el Alcázar de Madrid era una buena residencia para los reyes y bastante utilizado. Y no, no era un ”pueblecito”, era una villa, lo cual es una ciudad de mediana importancia.

  11. Hola. Con todos mis respetos, creo que la critica está también, poco trabajada. En cualquier caso, sin haber leído todo el hilo de argumentos, intentaré aportar algo por si pidiera aclarar algo.

    Lo primero es que hay que tener cierta flexibilidad en establecer el punto de suspensión de la incredulidad, no sólo por pasar por alto algunas incoherencias, sino porque lo que en un principio nos parece una laguna, puede que se explique en un capítulo posterior. Por otro lado, a mi también me resulta raro, que conste, todo este revuelo en las redes sociales. Es muy probable que se trate de una estrategia de marketing social.

    + La ideología: la verdad, empezar ya con los propios prejuicios es un mal comienzo. La pretensión de la serie es superar todas esas diferencias ideológicas la mayoría de ellas causadas por odios del pasado, más que por motivos verdaderamente ideológicos. En todo caso, hablamos de un ministerio, que como toda institución pública ha de ser neutral y cumplir su función sin poner nada de su cosecha. Lo dicen bien claro, la historia es la que es. Podría ser mejor, pero, ¿quien decide qué es lo mejor? Ellos no, desde luego y ese es su trabajo: que nadie la toque sin permiso. No obstante, se deja claro también en la serie que el ministerio tiene intenciones algo “oscuras”. Esto es similar que lo que en algunas series de los EEUU hacen con el FBI, la NSA o la CIA: son instituciones cerradas al ciudadano pero al servicio del ejecutivo. Por un lado defienden a su país, pero por otro tienen una parte poco transparente que es objeto de muchas ficciones.

    + Mecanismo de las puertas: aquí es donde hay que dejar cierto margen y olvidarse un poco del funcionamiento de las puertas, que confieso no tener claro. Como creo que hay que estudiarlo un poco más, prefiero dejarlo e intentar disfrutar, que en definitiva se trata de eso: el tinglado del tiempo no es más que una vehículo para otras pretensiones, para las cuales requieren de un recurso ficticio, sin fijarse en detalle en cuanto a las coherencias. Ahora bien, lo de que es la magia el origen de las puertas del tiempo, en fin, creo que hay que entender que esta es la explicación en en 1492 dan para justificar su existencia. Es como La Fuerza en Star Wars. al principio era presentada como una fuerza “mística”, pero luego son los midiclorianos esos. La explicación que yo doy es que se encuentran con una falla del espacio-tiempo y que el judio lo atribuye a causas mágicas.

    + La solidez del guión. Bueno, la verdad es que es cierto, el guiión no es sólido, pero precisamente el ejemplo que has puesto no es acertado. El francés roba la pistola simplemente porque le parece un arma fascinante, no para toda la trama posterior que has imaginado.

    :-/

    Saludos

  12. Buscaba una explicación como la tuya.

    ” El sentido del humor y las referencias. Poner en una serie de viajes en el tiempo a los heavies de la Gran Vía, por citar un ejemplo, es brillante”

    O sea, que copian de la película británica Biggles (año 1986), emitida algunas veces por televisión en los años 90-00. Lo de los heavies me recueda a cuando salen punks en Biggles: http://aquivaletodo.blogspot.com.es/2011/08/biggles-el-viajero-del-tiempo.htm

    https://vhistory.wordpress.com/2014/03/22/biggles-tape-231/l

    La ideología de “que nadie toque nada” e incluso cierta selección de momentos históricos huele a glorificación de algo que pudo haber sido mejor o simplemente pasable: ¿las bondades del reinado de Fernando VII?, etc.. En un país que ha sido básicamente una dictadura subdesarrollada desde el siglo XV, es sospechoso.

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