Descenso literario a los infiernos demográficos, de Andreu Domingo

Descenso literario a los infiernos demográficosIván Fernández Balbuena ya lo advirtió en su blog –faro capital (para mí) de la crítica de ciencia ficción cuando empecé a escribir sobre libros y cine–: el libro de Andreu Domingo, ya en 2011, había pasado desapercibido para “la mayoría de la gente”. Hoy, en este cansado 2021, podríamos repetir sus palabras una vez más. Descenso literario a los infiernos demográficos, finalista del premio Anagrama de ensayo en 2008, vinculando ciencia ficción y ciencias sociales, no se ha leído como cabría esperar. Quizá sea porque el ensayo estudia cómo la demografía y las soluciones políticas y sociales que se le han encontrado (natalistas vs maltusianos, básicamente, sobre lo que volveré más tarde), se han reflejado en la ciencia ficción, y no es, por tanto, un acercamiento estrictamente literario a las obras escogidas. A saber. Pero es mejor así, en realidad: Domingo ha estirado el alcance de la ciencia ficción, ha demostrado que puede servir para explicarnos ciertas parcelas de la realidad social. Que sirve y es útil.

La relación principal que distingue Andreu Domingo entre demografía y distopía es que la distopía, “en su esfuerzo por diseccionar los mecanismos de dominación”, “se ve forzada a tenerla en cuenta” (a la demografía, se entiende), como factor potencialmente desestabilizador. Me parece una buena definición aunque, en el fondo, diga más sobre el gobierno futuro y cómo éste impone su control a las masas que lo que dice sobre las masas mismas. He mencionado a natalistas y maltusianos: los primeros ven en el aumento de la población un aumento de poder del país; los segundos, en cambio, ven ese aumento como “la razón y extensión de la pobreza”. Y es ahí donde la ficción ha entrado a explorar las posibles ramificaciones humanas de esa confrontación.

Las distopías como la de Orwell o la de Huxley son una cosa, en las que el acento recae sobre la organización política y la gestión de las masas, y las demodistopías, otra. Sobre estas es donde están las mejores páginas del ensayo, donde se ve que la demografía es el principal condicionante del poder, una amenaza directa, y por tanto una realidad social que hay que tener sometida, limitada. El acento recae en las masas. Destaca Domingo el temor de la autoridad a perder el control, y cómo la gestión política del aumento de la población refleja ese miedo; también menciona que la “globalización demográfica significa la extensión de lo urbano”, y, por tanto, la progresiva desaparición de los bosques, la expansión de lo humano como sinónimo de la dominación y el sometimiento. Las preocupantes tendencias derechistas que manifiestan algunos teóricos o novelistas cuando tratan de imaginar soluciones, o cuando imaginan las consecuencias que un desaforado crecimiento puede tener para la vida en la tierra, son prueba de que nada de esto tiene una única, fácil solución.

La explosión demográfica ha dado pie a mucha especulación, a temas nuevos que a su vez dan pie a argumentarios a medio camino entre lo postapocalíptico y lo distópico. El aumento de la esperanza de vida y la menor mortalidad infantil han contribuido, junto con un estado del bienestar en ocasiones más teórico que real, al aumento de la población, y, con ello, de las preguntas. Es ahí donde la imaginación literaria ha ocupado el terreno, donde han incidido los y las novelistas para tratar de entendernos mejor.

Andreu DomingoDomingo quizás abusa del resumen argumental de las ficciones en detrimento de una interpretación más creativa. Los vaivenes demográficos, a los que quizá le dedique demasiadas, reiterativas páginas (aunque esto es relativo a los gustos o inclinaciones naturales de quien lee), tienen su impacto en la ficción, claro, y vemos que, sí, las interpretaciones que despiertan esos vaivenes quedan reflejadas en las novelas de su tiempo, cada una con sus ramificaciones, pero es ahí donde el ensayo pierde algo de fuerza y se vuelve, como decía, reiterativo y redundante.

Por otra parte, observar los cánones expositivos de la escritura académica es algo que creo que deberíamos abandonar ya para siempre. Anunciar, en las primeras páginas, lo que estudiarás en las siguientes, y cuál será, por tanto, tu conclusión, es innecesario. Ya llegaremos. No hace falta que se nos anticipe que aparecerá el cuento “Mañana y mañana y mañana”, de Kurt Vonnegut, veintiséis páginas antes de que aparezca. Cuando el cuento por fin entra en escena como ejemplo de posibles consecuencias de la sobrepoblación, desaparece la sorpresa y lo dicho es redundante. La retórica clásica no tiene por qué tener sentido ni utilidad. Se pueden seguir esos mismos pasos sin necesidad de explicitarlos, entre otras razones porque, quien lee, ya se da cuenta que está siguiendo unos pasos que le van a llevar a determinadas conclusiones. Pero bueno: supongo que ese es otro tema.

En el último tercio del libro la relación entre los estudios demográficos y la literatura distópica es, quizá, algo menos significativa que en los tramos anteriores. A veces me ha dado la sensación de que se juntaban dos intereses distintos, no siempre coincidentes. En cualquier caso, ojalá se recupere este ensayo como esclarecedor recorrido por las distopías que tienen en la demografía el eje principal de sus intenciones. Andreu Domingo demostró que la ciencia ficción podía ayudarnos a entender cómo nos organizamos en sociedad, y que la ficción puede ser útil para que vivamos mejor.

Descenso literario a los abismos demográficos (Anagrama, Argumentos nº380, 2008)
Rústica. 392 pp. 20 €
Ficha en La web de la editorial

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