Cárcel de París, año 2285. Dos policías interrogan a Rose Dunford, reclusa de 33 años legales –en su cuerpo actual–, 68 físicos –de vida acumulada– y 109 subjetivos –por efecto de un viaje relativista– condenada a dos cadenas perpetuas que deberá cumplir en su integridad como autora material de un horrible crimen. Pero Rose no es una vulgar asesina, sino toda una leyenda: tomó parte en la expedición europea que descubrió un planeta de características similares a la Tierra primigenia, colaboró en la operación de rescate del cadáver de su marido, también astronauta –hecho que le deparó una indeseada popularidad– y se convirtió en epicentro de una vorágine de acontecimientos que la condujeron a su actual situación. En la sala de interrogatorios, recuerda…
A principios del siglo XXIII, Estados Unidos y Europa son potencias tecnológicas enfrentadas en una carrera espacial cuya meta es enviar la primera nave tripulada a Alpha Centauri, el sistema estelar más próximo al sol. Los norteamericanos apostaron por el uso de tecnología tradicional –motores de fusión de hidrógeno–, en un periplo que les ocuparía decenios. En cambio, el bloque europeo prefirió investigar una alternativa más razonable y finalmente logró desarrollar el revolucionario motor Flash de antimateria, que permitía velocidades relativistas a un décimo de la velocidad de la luz. A la expedición de Rose le acompañó la suerte al descubrir un planeta potencialmente colonizable, pero el precio que se debió pagar por ello fue muy alto: la vida de su marido y otros tripulantes.
Tras el éxito de la misión, la nave exploradora retorna a una Tierra cambiada tras años subjetivos de pérdida, cada vez más convulsa y hostil. Con demasiado dinero y tiempo en qué pensar, pero sin amigos ni arraigo, el dolor se alía con la soledad para aislar a Rose en su particular jaula de cristal, una mansión gobernada por un ordenador cuántico dotado de increíbles capacidades. Por eso, cuando la Hi-Tech British Consortium le brinda la oportunidad de devolver la vida a su marido, Rose acepta sin pensar en las posibles consecuencias. Y mientras Rose espera el renacimiento de su marido, planifica y ejecuta su reencuentro.
Desde el momento en que aparece esta revolucionaria técnica, el mundo olvida el sueño de viajar al espacio y se sume en una espiral de locura con tintes cada vez más oscuros –«Después de todo, ¿qué es la carrera espacial frente a la posibilidad de la inmortalidad?»–: el poder del Consorcio aumenta exponencialmente y se enfrenta a la autoridad de los estados, la consiguiente crisis de valores trae consigo una grave recesión económica, continuos disturbios entre partidarios y detractores, y persecuciones de índole religiosa –para los creyentes, los renacidos carecen de alma–. Por otra parte, el sistema deriva hacia una forma de control y explotación, pues sólo aquellos afines al Consorcio tienen asegurado el renacimiento a cambio de cláusulas de semi-esclavitud. A consecuencia de la enorme presión social, Europa involuciona hacia un neofascismo de orientación humanista, con la radical Unión Humanista de Base a la cabeza, que limita derechos civiles en favor de la seguridad mientras Norteamérica se mantiene como única potencia garante de la democracia.
En esta situación de crisis permanente, sólo Rose parece darse cuenta de que algo falla, por lo que se embarca en una espinosa investigación en un intento por descubrir las respuestas que necesita su conciencia y el mundo.
Luis Ángel Cofiño es el autor de esta apasionante novela. Este médico intensivista ha logrado hacerse un hueco entre los grandes narradores fantásticos del país con apenas tres libros publicados, en los que demuestra su inteligencia, dotes de observación del comportamiento humano y una excelente habilidad narrativa para hilvanar historias sumamente atractivas, caracterizadas por su enorme realismo y cargadas de complejas subtramas y sutiles matices. Sus argumentos homenajean la ciencia ficción de factura clásica, basada en la especulación social y humana, a los que añade rigor científico, una exhaustiva documentación y una perspectiva contemporánea capaz de reflejar los grandes problemas del momento a través de personajes con los que podemos sentirnos identificados. Pese a todo, su estilo es más propio de narrador que de estilista: su prosa es formalmente impecable y extremadamente clara pese a los complejos conceptos que maneja, pero su lenguaje es funcional, las metáforas e imágenes carecen de belleza, las descripciones demasiado sujetas a contexto.
Centrándonos de nuevo en la novela, Rose Dunford se erige en protagonista absoluto. Si en un principio parece un personaje destinado en suerte a participar de los momentos más importantes de su tiempo, poco a poco nos damos cuenta de que en realidad el libro ES la propia Rose: un ser humano extraordinario y, a la vez, frágil, retratado en toda su contradictoria grandeza. Sus momentos de introspección son de lo mejor, y pese a algunas reiteraciones que pueden parecer excesivas, lo cierto es que refuerzan la impresión general de credibilidad del personaje.
Otro de los grandes aciertos del autor es la descripción y uso de la tecnología futura, verosímil a tenor del actual estado de la ciencia: las Inteligencias Artificiales pueden gobernar naves espaciales, pero su funcionamiento se limita claramente a emular el comportamiento humano; la exploración estelar permite enviar sondas no tripuladas a grandes distancias, pero los inevitables retardos en las comunicaciones obligan a la presencia de un operador humano in situ; los renacidos poseen sutiles diferencias de personalidad que les impiden ser reconocidos por un ordenador cuántico, etc. En general, Cofiño demuestra un conocimiento profundo de materias tan diversas como astronavegación, informática, medicina, genética, neurobiología… y muy especialmente en el aspecto clave de la novela: la autoconsciencia y su codificación en el ARN del genoma humano; excelente la comparación con la criptografía de clave pública, como asombrosas son las implicaciones morales que se derivan de los últimos conocimientos sobre esta materia.
La novela posee otros innumerables atractivos, como la estremecedora visión subjetiva de un renacido tomando por primera vez consciencia de sí mismo en el feto de una madre de alquiler o los dolorosos y humillantes progresos que debe realizar éste en el cuerpo de un bebé. Sin embargo, es en el crudo desenlace donde la novela brilla si cabe aún más: un sublime y desolador epílogo que se alinea con la tradición distópica europea pese a un débil rayo para la esperanza. Un texto de corte historicista, que maneja con pericia la elipsis y devuelve el protagonismo al narrador que, tal vez, encarnemos nosotros mismos. Parafraseando la cuña publicitaria del libro, posiblemente sea ésta una de las novelas más ambiciosas de la historia de la ciencia ficción española, con la que la editorial Parnaso consolida su mejor volumen hasta la fecha tras títulos tan interesantes como UMMA, Esperando la marea o Imágenes.
Nota: Este comentario fue publicado en la sección de crítica de la web Literatura fantástica