Cualquiera pensaría que hay formas más sencillas de abordar un debut literario que la elegida por el norteamericano afincado en Detroit, Toby Barlow. Sin duda una novela de misterio o histórica gozaría de más garantías de hacer saltar la banca; o, si se conoce el mercado –y Barlow tiene las herramientas necesarias para conocerlo, siendo como es analista de marketing–, aún puede uno afinar un poco más y apostar por los caballos ganadores seguros que son hoy en día el romance paranormal o el techno-thriller. Lo que no hace un escritor en ciernes con la mirada puesta en los beneficios es sacrificar su ópera primera en el altar de las novelas sobre hombres lobo, vertiendo para ello su sangre con el puñal ceremonial de un estilo en apariencia tan poco apropiado como es el verso libre. No, esto es algo que sólo haría alguien para quien publicar un best-seller va varios puestos por detrás de satisfacer sus inquietudes literarias, y que venda lo que Dios quiera. Claro que, en realidad, Barlow también hace trampas: En Sharp Teeth confluyen tanto la novela de misterio como el romance paranormal y, para más inri, en realidad sus licántropos ni siquiera son hombres lobo.
La acción, sita en la ciudad de Los Ángeles, gira alrededor de las turbias peripecias de unas bandas de hombre perro y sus disputas por la supremacía en los bajos fondos. Aquí, el cambio de forma no depende de la luna llena –aunque sí se menciona de pasada la vulnerabilidad a las balas de plata en algún tramo de la novela–, ni se transmite la licantropía mediante mordiscos, ni supone el cambio de bípedo a cuadrúpedo la pérdida de la racionalidad y la sumisión a la bestia interior; rasgos emblemáticos del subgénero, todos ellos, que Barlow barre debajo de la alfombra sin ningún reparo.
En una entrevista concedida a The Independent, el autor relata que la idea seminal de Sharp Teeth debió de instalarse en su subconsciente cuando, mientras atravesaba un paso subterráneo en su coche, se cruzó en su camino una manada de varias decenas de perros que atravesaba la ciudad a la carrera. Según le explicaron, sus frecuentes irrupciones se saldaban siempre con la captación de nuevos miembros, canes domésticos que no tardaban en asilvestrarse y a los que sus dueños nunca volvían a ver. Fue algo relacionado con la ferocidad de aquella mácula en el corazón de un entorno supuestamente civilizado lo que puso en marcha los engranajes de la imaginación de Barlow.
En la novela, este contraste entre el «amansado» estilo de vida urbano y la violencia que impregna el día a día de las bandas de licántropos en lid por el control de las calles de Los Ángeles hace las veces de mal disimulada metáfora de la dualidad de nuestra sociedad moderna; una sociedad cuyos monstruos, agazapados al acecho en nuestro subconsciente, rompen a menudo sus cadenas para cometer atrocidades que se dirían inexcusables en unos seres tan racionales y concienciados como nos gusta considerarnos. El hombre, no obstante, parece que sigue siendo y será siempre un lobo para el hombre.
Pese al delicado envoltorio poético que reviste toda la historia, si ésta ofrece un tema que destaque por encima de los varios que impulsan la trama –amor, traición, soledad, corrupción…–, es el de la violencia. Violencia de género, contra los inmigrantes, la violencia como forma de dirimir disputas territoriales, o como mera válvula de escape; la violencia como único recurso de los cobardes, pero también como potestad inherente al más fuerte.
What would you do
to protect the love you have?
Would you kill?
Would you hunt to kill?
Would you kill without mercy?
And if you wouldn’t
then how precious is love?
Por mucho que me tiente recomendar Sharp Teeth sin paliativos, en honor a la verdad debo reconocer que la novela presenta, para mi gusto, demasiados flecos sueltos que le impiden auparse al estatus de culto dentro del subgénero. Frente a la originalidad de la presentación, lo atractivo del envoltorio y lo sabroso de la primera toma de contacto, despuntan conforme se avanza en la lectura carencias en el trasfondo y las motivaciones de algunos personajes clave, así como una peligrosa deriva hacia los convencionales arrecifes del happy end, adonde –inexplicablemente, habida cuenta del aura de transgresión que envuelve los primeros tramos de la novela– Barlow parece empeñarse en dirigir su nave. Sharp Teeth es, sin embargo, una golosina literaria que apela a demasiados paladares distintos como para no recomendarla, aunque sea con las debidas reservas.