Creo que el humor que mejor funciona es el que sale de la mayor desesperación. Partir del barro y el dolor para describir en tono humorístico una situación complicada y retratar una sociedad es un ejercicio muy complicado. Pero Vladímir Lórchenkov, el autor de Para llegar al otro lado, ha logrado los distintos objetivos que se plantea el libro: hacer reír, satirizar a un país que roza el absurdo, avasallar con imágenes asombrosas y sintetizar una narración de esta clase en menos de 200 páginas.
El libro parte del intento migratorio hacia Italia que trata de realizar gran parte de la sociedad moldava. Desde los pueblerinos más incultos al presidente de gobierno, todos quieren llegar a Roma y conseguir cualquier trabajo. Entre sus métodos, están dispuestos a pagar 4000 euros, estrellar aviones o fabricar un submarino en la estructura de un tractor. Lo que sea para atravesar las fronteras.
Moldavia es descrita como una república sin rumbo tras la caída de la Unión Soviética donde no hay presente ni futuro, sólo miseria, religión y una desesperación que es la gasolina de sus ciudadanos. Todos los protagonistas de esta narración coral son seres activos, llenos de ambición y que desprecian al país tanto como a sus compatriotas. Ninguno busca la absolución, prefieren la huída hacia esa Italia soñada que más parece en sus palabras el Imperio Romano que el país actual.
Uno de los puntos por los que más me ha sorprendido la novela desde el primer momento es la grandeza por la que apuesta el autor. Aunque sea de corta extensión y concurran tres o cuatro personajes recurrentes, el contenido apuesta por la ambición y mezcla los intentos individuales por llegar a Italia con grandes cruzadas donde cientos de miles de moldavos tratan de atravesar de golpe la (primera) frontera con Rumanía. El universo creado no tiene límites, el autor juega con el humor más bruto y el más sutil; la bestialidad de descomponer un país y los leves matices existentes en la amistad entre dos personas. No soy capaz de descifrar por qué funciona la fórmula y desconozco si el autor ha recurrido a ella en libros anteriores, pero el lector pasa las páginas con interés.
Claro que no todo es positivo. La gran condensación de hechos en tan poco espacio abandona cualquier reflexión para decantarse por un despiporre que a partir de mitad de libro languidece. Me explico, al sentar las bases narrativas desde las primeras páginas tampoco hay demasiado avance como obra de ficción. Podría durar 50 páginas menos o 100 más sin alterar el resultado de la obra.
Se hace necesario mencionar la gran labor de Ediciones Nevsky al publicar este libro. Para llegar al otro lado podría salir en cualquier gran editorial y, supongo, venderse bien, pero ellos han tenido buen ojo y la edición es de gran calidad. En un país tan hermético a la literatura extranjera como es Estados Unidos, Vladímir Lórchenkov ha logrado cierto nombre y Para llegar al otro lado fue elegida entre las mejores novelas del año por el Wall Street Journal. Espero que en nuestro país Nevsky logre unas ventas notables y continúen descubriéndonos libros tan interesantes.
Hace años, aquí también se practicaba este humor. Luis García Berlanga o José Luis Cuerda rodaron películas magníficas en las que destrozaban cualquier mitología nacional y dominaban el absurdo. En este caso, Lórchenkov lo consigue a través de su libro. No he estado en Colombia, pero creo conocer algunos aspectos ajenos a la historia oficial a través de Macondo; tampoco he visitado Moldavia, pero tengo la misma sensación.
Para llegar al otro lado (Ediciones Nevsky, col. Nevsky Prospects nº28, 2015)
Med i mleko (2008)
Traducción: Enrique Moya Carrión
Rústica. 185pp. 18 €
Ficha en la web de la editorial