Camuflaje, de Joe Haldeman

Camuflaje

Camuflaje

Camuflaje confirma una desafortunada tendencia en la obra de Joe Haldeman: como tenga premio, mal rollo. Tras los sucesivos fiascos de Paz interminable o El engaño Hemingway, que lograron reconocimientos por encima de alguna obra manifiestamente más redonda como Compradores de tiempo, Camuflaje viene a resultar una nueva decepción. Y, además, ofrece una lectura trágica sobre el estado de la ciencia ficción «de género», del tipo de libros que es publicada como ciencia ficción y obtiene galardones.

Esta novela ganó el Nebula. El premio que conceden los propios escritores. ¿Dónde encontraron esos profesionales, gente que debería tener la capacidad de juzgar el mérito en la elaboración de una novela, algún valor sobresaliente a este pasarratos inane, a esta pizpireta revisitacioncilla de algunos de los más rancios topicazos del pulp? ¿De veras la situación es tal que alguien piensa que en todo el año 2004 no se publicó ninguna novela mejor que ésta?

Quiero decir, ¿no es una tragedia?

Bien, ya me he desahogado. Antes de seguir, debo señalar que de lo grandilocuente de los párrafos previos podría deducirse que Camuflaje es una novela hedionda. No es cierto; se lee con fluidez, es una muestra de oficio. Haldeman es capaz de mantener el interés del lector a través de un argumento que, cuando lo resuma unas líneas más abajo, va a parecer que estoy de cachondeo. Lo que ocurre es que tengo que escribir esta reseña lo antes posible, porque voy a olvidar la novela a la misma velocidad con la que dejé atrás en mi pasado obras equivalentes de Keith Laumer o H. Beam Piper, pongamos por caso. Autores que me merecen todo el respeto, pero que no recomendaría leer a nadie salvo que tenga un interés intrínseco personal por el género, y que ya se hubiera leído antes otros 300 libros mejores que podría citar de corrido sin dificultad.

En capitulitos cortos, para que todo sea aún más digestivo, Haldeman nos narra dos acciones y media a la vez. En la principal, una empresa privada saca a flote en el año 2020 un objeto de origen extraterrestre en una fosa del Pacífico. Sus dos responsables llegan a un acuerdo con el gobierno estadounidense para hacerle todas las pruebas necesarias al hermético cacharro y ver si son capaces de abrirlo o sacarle alguna información. El asunto se va alargando con una sucesión de chismes variados, un poquito de vida personal de científicos y comentarios acerca de cuán enrolladas y dinámicas son las pequeñas empresas respecto al gobierno, aspecto éste sobre el que he escrito últimamente en varias ocasiones en relación con otras obras recientes: parece que los clásicos de la ciencia ficción, al llegar a cierta edad, se vuelven todos heinlenianos y apoyan a pies juntillas la idea de que se puede llegar a la luna con un cohete en el jardín, ahorrando todos esos costes y zarandajas de los burócratas de Washington. Pues vale.

Camuflaje

Camuflaje

En paralelo, se nos cuenta la historia de dos extraterrestres que llevan mucho tiempo conviviendo con los humanos gracias a sus capacidades de camuflaje. El que menos atención merece es un camaleón que, de puro malo, hasta fue nazi en su momento. El que se va convirtiendo en protagonista, el Polimorfo, al principio es un poco bruto –mismamente, le parte el culo literalmente a una señorita: no sé si he comentado que este libro también ganó el premio James Tiptree Jr. «a obras que propicien el entendimiento entre hombres y mujeres». Si esto no saca de su tumba a la gran Alice Sheldon, realmente es porque descansa en paz–, pero su contacto con la sociedad americana le va haciendo buena gente, y al final hasta se enamora. Francamente, ni todos los buenos oficios de Haldeman consiguen hacer verosímil el hecho de que una milenaria criatura del espacio, de formas cambiantes y naturaleza mineral, decida convertirse en tía buena y hacer feliz a un señor ya algo mayor, pero de corazón más o menos puro.

El polimorfo y el camaleón convergen hacia Samoa, atraídos por el objeto trascendente, en una espiral que se dirige hacia un previsible clímax. Las páginas pasan, cosas interesantes pasan, y más o menos uno llega al final con una sonrisa displicente en los labios.

La traducción está, una vez más en su autor, repleta de literalidades del inglés, y nadie ha hecho una corrección de estilo para evitar problemas como el de que el mismo personaje hable varias veces consecutivas en un diálogo sin que existan interrupciones, o que los guiones se empleen con criterio americano.

Creo que cualquier crítica debe, en resumen, ser un trabajo de utilidad para el lector, y procuro ofrecer ese tipo de conclusiones para dejar clara mi postura. En esta ocasión, siento que es redundante terminar diciendo que Camuflaje, pura y simplemente, no vale la pena, al menos no la vale para un lector que tenga ciertas exigencias y criterios.

Un comentario en «Camuflaje, de Joe Haldeman»

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