Amanecer en la cosecha, de Suzanne Collins

Amanecer en la cosechaAdmito que, aunque soy un lector inmediato de estas nuevas entregas de Los Juegos del Hambre, y he manifestado mi admiración por la capacidad de Suzanne Collins para escribir cosas que sin dejar de ser bestsellers pasapáginas conservan un cierto juguillo, no soy lo que ahora se entiende como un seguidor de la serie. Quiero decir, ni se me pasa por la cabeza comprarme las nuevas y muy vistosas ediciones de lujo (no son libros que me releería a priori, aunque tal vez vuelva a las películas), no me conozco al detalle en qué momentos aparecen los numerosos secundarios, y en general creo que me pierdo mucha sutileza, cosa que no me preocupa demasiado. El meollo del relato está claro.

Cuento todo esto porque no sé hasta qué punto esta circunstancia de lector fiel pero no del todo atento influye en mi juicio sobre este quinto volumen de la serie, segundo en el orden cronológico interno. Ya se sabe que hoy en día cualquier franquicia de éxito está más preocupada en atender a sus fieles que al grueso de espectadores neutros (hecho que está echando a perder unas cuantas, creo); que para ver la segunda temporada de unas cuantas series hay que acordarse al dedillo de la primera. Pero yo apenas consigo tener ese nivel de interés por muy poquitas cosas. Entre otras razones, porque hay y me atraen demasiadas.

Lo que vengo a decir, adelantando la conclusión de esta reseña, es que Amanecer en la cosecha es el primer producto de esta serie que me deja un evidente regusto a rutinilla. Por mucho que admita que puede que existan matices disfrutables para otros lectores que a mí se me han escapado. Pero, a diferencia de la previa Balada de pájaros cantores y serpientes, aquí hay muy poco que se añada al horizonte cierto del relato: los personajes principales de esta entrega aparecen en las novelas cronológicamente posteriores, y sabemos desde la primera página quién va a ganar estos quincuagésimos Juegos del Hambre, cómo se le va a quedar el cuerpo después de la experiencia para encontrarse luego en la posición en que lo conoceremos en la trilogía original, etcétera.

Si en la citada Balada la distancia cronológica permitía más libertad, y la evolución del personaje protagonista (aunque también previsible) era más compleja, aquí uno no puede si no pensar en que estamos ante un año cualquiera en los Juegos. Uno de los 73 anteriores a que Katniss Everden montara su follón en las tres novelas originales de la serie. Es decir, el argumento es que recogen a los tributos, los del Distrito 12 la montan un poco, los llevan a Panem, los disfrazan y les montan toda esa parafernalia que conocemos, van a una arena, se matan entre ellos, sobrevive uno, hay siniestras consecuencias.

Entretenido, todo muy profesional, todo de acuerdo a la estructura y el estilo que conocemos (ese presente narrativo en primera persona que Collins utiliza con ejemplar fluidez), con el ambiguo mensaje en el que es difícil determinar si la dictadura es woke u oligárquica (por emplear los términos de contraste actuales), y si los sometidos son obreros o individualistas con las alas cortadas (o una combinación de ambas cosas). Pero más allá del rigor canónico, esperable, no hay nada especial. Alguna incidencia adicional en el tema de la manipulación mediática, el descaro en el remontaje de las grabaciones de los Juegos para satisfacer al poder. Y poco más: sobre todo, una sensación de cansancio al ver cómo la autora se siente obligada a alterar detallitos por cumplir con un mínimo de novedad, tipo meter en el ajo a cuatro muchachitos por Distrito en vez de dos, porque así haya algo más con que llenar el paginaje.

Suzanne CollinsCollins elude de una manera que a estas alturas ya resulta sospechosa decirnos algo más sobre su escenario, pospone por quinta vez darnos datos sobre qué ocurrió para que se llegara a esa situación ¿postapocalíptica? de un mundo reducido a doce territorios especializados con una ciudad pija sometiendo al resto. Ya sabemos que casi siempre las explicaciones no terminan de satisfacer las expectativas, pero este libro, en resumen, simplemente en lo que es la interpretación del gran escenario de Panem (que a mí me interesa más que las peripecias vitales de personajes que hasta ahora resultaron complementarios y son equivalentes a las ya narradas), es superfluo y transmite una sensación de fórmula agotada.

Una posible interpretación de la existencia de Amanecer en la cosecha podría ser la de que Collins quisiera que, a largo plazo, los libros fueran leídos en orden de la cronología interna, no de la publicación. A la manera de Star Wars: hoy ningún espectador nuevo (creo) empezaría por el llamado Episodio IV, por más flojos que resulten los previos. De esta forma, el emerger de Katniss y la rebelión contra el statu quo quedaría enmarcada en un contexto mayor: resaltaría su relevancia presentando a su antagonista en el primer título, a sus aliados en el segundo, y retrataría todo el entorno como preludio a la ruptura de lo progresivamente retratado que supone la trilogía original.

Dado que yo no he leído en ese orden las novelas, me siento incapaz de decir si este experimento tienen alguna validez, aparte de la obvia comercial de convertir en necesaria la lectura de cinco volúmenes en lugar de tres. Además, hay un detalle que desmiente esta idea: el epílogo de este libro es un clarísimo spoiler de los siguientes. No tiene mucho sentido en el caso de que vaya a leerse antes de la trilogía original.

La otra explicación posible es más sencilla: a Collins se le ha acabado la gasolina, y ha querido sacarle un último cocido al hueso del jamón, que lógicamente tiene mucho menos saber. Ya no hay más personajes significativos con los que justificar otro libro previo. Y si va a afrontarlo en algún momento del futuro, me temo que yo no lo leeré salvo que se arriesgue y salga del esquema conocido, como hizo en el que ahora se convierte en el quinto libro. A mi juicio, Amanecer en la cosecha sirve sobre todo como una especie de parábola sobre la evolución de la distopía. Si Los Juegos del Hambre fue la máxima expresión de la popularización global de la etiqueta, ante una sociedad que columbraba oscuridad en el futuro inmediato, esta quinta iteración supone su ameno adocenamiento y resignada integración en el paisaje.

Amanecer en la cosecha, de Suzanne Collins (Molino, 2025)
Sunshine on the Reaping (2025)
Trad. Pilar Ramírez Tello
496 pp. Tapa Dura. 20,95€
Ficha en la Tercera Fundación

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