Vaya por delante una cuestión importante. Aprecio sobremanera a Haldeman como escritor, y tengo a La guerra interminable como ni novela preferida de ciencia ficción. No digo que sea la mejor, aunque si podría estar en un hipotético top ten; simplemente afirmo que es la obra de este género con la que más he disfrutado. Y empiezo por aquí porque no me queda más remedio que decir, con gran dolor de mi corazón, que Viejo Siglo XX es un libro flojo donde los haya, lo peor que se ha publicado de este autor en nuestro país e indigno de él. Es lamentable ver cómo, con demasiada frecuencia, muchos escritores pierden el rumbo al final de su carrera y sus últimos libros parecen ser una parodia de sus obras maestras iniciales. Le pasó al gran Heinlein con bazofias como El número de la Bestia o El gato que atravesaba las paredes, les está pasando al revolucionario Silverberg, cuya Roma eterna es una burla a su profesionalidad, y, parece, también a Haldeman.
Viejo Siglo XX hace aguas por demasiados sitios. Desde un punto de vista estrictamente narrativo la historia es un palimpsesto de demasiados temas que difícilmente encajan entre sí: inmortalidad, exploración espacial, realidad virtual, inteligencias artificiales, tecnofobia y un recorrido nostálgico por nuestro siglo XX. Demasiadas cosas en muy poco espacio y sin acabar de centrarse en ninguna de ellas convierten al libro en una coctelera caótica sin pies ni cabeza. Haldeman es como un malabarista que intenta mantener en el aire un objeto tras otro hasta que, al final, todos se estrellan en el suelo.