En 2008, ocho años después de la publicación de Look to Winward, apareció en el mercado editorial Matter, la octava novela de la serie de la Cultura. Preguntado en algunas entrevistas por las razones de esta larga pausa en la celebrada serie de anarquistas utópicos del espacio, Iain Banks ofrecía una serie de prosaicos motivos que se pueden resumir en “la vida es eso que pasa mientras andas ocupado en otros planes”. Que había estado muy liado con el proyecto de un libro sobre el whisky escocés que no llegó a ver la luz, que la redacción de The Algebraist, un tocho de considerable tamaño y exhaustivo worldbuilding, le había ocupado demasiado tiempo y que, para acabar de rematar, su matrimonio había atravesado una grave crisis, circunstancia que no le ayudó precisamente a encontrar el ánimo necesario para escribir. Y cuando en esas mismas entrevistas alguien le preguntaba si es que ya se había cansado de la Cultura, Banks declaraba que en absoluto, que precisamente le divertía muchísimo escribir sobre su más famosa creación, y que en Matter había disfrutado enormemente mostrando al detalle los entresijos de Circunstancias Especiales, ampliando todavía más el alcance galáctico de la serie y analizando las interacciones de las especies extraterrestres que entretejen la compleja jerarquía cósmica de su universo, una ambición que juega un poco en su contra como veremos más adelante.
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The Algebraist, de Ian M. Banks
Lo primero que me vino a la cabeza cuando tuve el ejemplar de The Algebraist en las manos, a la vista del tocho, es que Iain M. Banks, debía ser ya, al menos por el extranjero, un consagradísimo Gran Nombre en prestigio y ventas. Y dado el autor y el tamaño de la cosa era inevitable advertir las peligrosas señales de la autoindulgencia; nada menos que quinientas y pico páginas de letra diminuta envueltas en una bonita portada con el nombre del autor escocés a un tamaño aplastante comparado con el título. Esto iba ser totalmente el show de Banks pensé, puro y duro bankspectáculo. Para lo bueno, pero también para lo malo.
Y no me equivoqué. El argumento de The Algebraist es tan enorme y complejo, tan repleto de información, que hasta da pereza contárselo. Pero en fin, haremos el esfuerzo. En el sistema Ulubis, Seer Taak es miembro de una especie de gremio, los Seers, cuya principal ocupación es la investigación de campo en Nasqueron, el planeta gaseoso del sistema Ulubis, poblado por los Dwellers –literalmente los habitantes-. Siendo los Dwellers una raza galáctica Lenta con el aspecto de un yo-yo gigante de varios metros de diámetro que ocupan la mayoría de planetas gaseosos del universo exceptuando algunos casos, como, vaya, Júpiter. Raza Lenta porque los Dwellers pueden llegar a alcanzar la edad de un par de billones de años, han estado ahí desde que el Universo es Universo y probablemente ahí seguirán para cuando nosotros, los Rápidos, desaparezcamos. Por tanto, los Dwellers atesoran conocimientos muy atractivos para cualquier civilización galáctica con un mínimo de instinto de rapiña. Pero no todo es perfecto, y, dado su peculiar carácter -forman una sociedad aparentemente desorganizada, pero eficaz y también letal- tratar con los Dwellers es un asunto delicado, particular, que sólo los Seers, casi como una casta especial, son capaces de lograr con resultados productivos.