La parábola de los talentos, de Octavia E. Butler

La parábola de los talentosLa parábola del sembrador (1993) terminaba con un ligero soplo de esperanza para Lauren Olamina y para los que la habían acompañado en su viaje. Tras no pocas adversidades, al fin han encontrado un lugar más o menos seguro en el que asentarse y Semilla Terrestre, el credo concebido por Olamina, ha dado su primer paso. La parábola de los talentos (1998) nos sitúa cinco años después cuando la comunidad ha prosperado lo suficiente y es capaz de autoabastecerse. Sin embargo, el mundo a su alrededor no vive tiempos mejores. Los asaltos, los robos y la intolerancia de grupos de cristianos que se creen los salvadores del caos, ponen en riesgo el precario bienestar. El peligro se encarna en el senador Jarred: arrastra un pasado de fanatismo y lanza proclamas como «Ayudadnos a hacer que América vuelva a ser grande», que hoy en día suenan tan familiares. Este individuo de ideas reaccionarias, que fuera pastor baptista antes que político, tiene todas las papeletas para convertirse en el nuevo presidente de EE.UU.

En la primera parte de la novela Octavia Butler reincide en los horrores expuestos en La parábola del sembrador y ahonda en la desgracia y en la iniquidad que padecen sus protagonistas. Por momentos parece sacada de un episodio de The Walking Dead sin zombis. En medio de esta anarquía cada cual se busca la vida como puede e intenta protegerse de los ataques de los okupas y de los cada vez más frecuentes asaltos organizados por América Cristiana. Se trata ésta de una organización semejante al Ku Klux Klan incluso en sus símbolos, que, si no alentada por Jarred, es tolerada por el que podría ser el futuro mandatario de la nación. En estas circunstancias de calma previa a una tormenta y de desconfianza en los demás sobreviven Olamina y los suyos con el temor a ser asaltados en cualquier momento.

La diferencia con respecto a la primera novela de la serie es sobre todo formal. La parábola de los talentos no está constituida como sucedía en el libro anterior únicamente por los diarios de Olamina; Butler nos proporciona también los puntos de vista de otros personajes como el de Bankole, el marido de Olamina, no siempre conforme con las decisiones de su mujer. Pero más que nada es la presencia constante de su hija Larkin apostillando y juzgando las palabras de su madre lo que marca la diferencia. Los diarios han sido recopilados por ella y cada capítulo viene precedido de una introducción en la que ésta deja claro su escepticismo ante lo que considera la secta de su madre. Es como si la autora quisiera mitigar el tono apologético, que se vislumbra como uno de los aspectos más polémicos de la novela, dotándola de paso de un mayor dinamismo.

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Parable of the Talents, de Octavia E. Butler

Parable of the TalentsSe hace doloroso observar cómo de las escritoras surgidas al abrigo de la ciencia ficción anglosajona durante la década de los 70, quien mejor ha soportado los rigores del tiempo (si exceptuamos a Tiptree, Jr., que publicó un puñado de relatos a finales de los 60) sea quien menos se ha traducido. Ya sea por su escasa repercusión en el fandom anglosajón o por la importancia en su narrativa de cuestiones raciales y de género, apenas hemos visto en España cuatro de sus obras. La última este año por Capitán Swing, con una repercusión que medio justifica la prevención a la hora de editar unos libros, los suyos, alejados de las coordenadas aceptadas por el entorno aficionado y las colecciones abiertas a una ficción híbrida. Butler es otro ladrillo de ese muro demasiado mainstream para el género, demasiado de género para el mainstream. Una circunstancia que lamento una vez más tras leer Parable of the Talents, su novela más apreciada tras ganar el premio Nebula en 1999.

Tras plantear Parable of the Sower como un relato preapocalíptico y de crecimiento interior, Butler dio varios pasos al frente con esta continuación que se inicia 5 años más tarde. La comunidad establecida por Lauren Olamina, Acorn, se ha afianzado y ha logrado la autosuficiencia. Sin embargo el ataque a una granja cercana les pone sobre aviso de grupos organizados dispuestos a destruir pequeños poblados para secuestrar o aniquilar a los supervivientes. En sincronización con estos asaltos, un baptista alienta y se beneficia del caos para llegar hasta la Casa Blanca bajo el grito de “Make America Great Again” (sic). En su punto de mira no figuran explícitamente los inmigrantes de primera o segunda generación. En el centro de su obsesión sitúa a quienes no profesan su misma fe; nuevos paganos destinados a ser perseguidos para ser esclavizados y, quizás, convertidos mientras sus hijos pasan a ser criados por familias adeptas al credo verdadero.

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