Lo que ruge, de Izaskun Gracia Quintana

Lo que rugeEn una mayoría de los relatos de Lo que ruge hay una emoción compartida por sus protagonistas, narren o no la historia. Una opresión derivada de su enfrentamiento contra unos condicionantes que los conducen por unos raíles de los cuales es imposible salirse. De lo sistémico a lo ontológico, ese imperativo lleva a unas resoluciones donde, entre una cotidianidad desalmada, el vacío y la desesperanza se abren camino. Estas claves son esenciales en el cuento que, a modo de manifiesto, abre el libro: “El gran día”.

Como si estuviéramos ante el anverso de “Amor es el plan, el plan es la muerte“, de James Tiptree, Jr., Izaskun Gracia Quintana despliega la experiencia de la futura reina de una colonia ¿humana? prima hermana de la que constituyen los insectos sociales. El narrador omnisciente relata los pormenores del ritual alrededor de su primer encamamiento y el alumbramiento de su descendencia. Es una descripción exhaustiva que entrelaza factores externos (la decadencia de la especie) e internos (el rechazo de la protagonista; la inevitabilidad y su vivencia). En el entramado, a través de unas palabras elegidas con precisión, se vislumbra una existencia que tiene mucho de representación; ineludible, desganada, castradora. Y evoca una continua sensación de horror, tanto de lo que se cuenta como del cómo se cuenta. Esta angustia consigue sobreponerse a una circunstancia que me ha separado de alguno de los relatos, particularmente el último (“La victoria de la insania”). Una tendencia a sobreexplicar que, en mi caso, socava la potencia de las narraciones con una inclinación hacia la albañilería de mundos.

Sigue leyendo

Jordan Peele y James Tiptree, Jr.

NopNop / Nope es la tercera película de Jordan Peele, después de Déjame salir y Nosotros, y es, con mucho, la que más me ha gustado. Menos discursiva que las otras, que estaban bien pero veías por dónde iban, Nop es pura imagen, pura fascinación que no quiere explicarse. (En este sentido recomiendo la reseña de John Tones en Xataka, donde explica mejor este tema de no saber por dónde van los tiros de la película). Otras reseñas mencionan influencias de Tiburón, de Señales, de (la ultra reivindicable) Temblores, y sí, creo que todo eso está o puede estar ahí, pero también creo que si hay una película de Spielberg presente en el recuerdo de Nop esa es Encuentros en la tercera fase. De todos modos, por mucho que estén todas ahí, lo realmente importante es que Peele ha reformulado sus referentes, que no son pocos, en esta emulsión de western, ciencia ficción y terror que no pretende contarnos una gran historia ni tiene grandes sentencias. O, si las tiene, están disimuladas, atenuadas por el conjunto del imaginario.

Es como si con sus dos primeras películas Jordan Peele nos hubiera estado hablando o explicando, solícito, sus tesis, y con esta hubiera preferido callarse para mostrarnos solamente una imagen. Fascinante imagen de ciencia ficción lúgubre que me ha recordado a uno de los mejores cuentos del siglo XX, que sin mucha sorpresa es “Amor es el plan, el plan es la muerte / Love is the Plan, the Plan is Death“, de James Tiptree, Jr. Una obra maestra. (Como todo el mundo sabe, claro).

Sigue leyendo

Fracasando por placer (XXI): The Best Science Fiction of the Year 3, selección de Terry Carr, 1974

The Best SF of the Year 3

Terry Carr fue un nombre importante en el género durante una temporadita larga, creo que no sería injusto incluso decir que fue quien claramente partió el bacalao, a la manera de John Campbell décadas antes y Gardner Dozois después de él mismo, al menos durante un breve periodo, entre los años setenta y comienzos de los ochenta. Fanzinero experimentado, se convirtió en editor profesional de la mano de Donald Wollheim, con el que co-editó a lo largo de los sesenta las antologías World’s Best Science Fiction de Ace Books. Cuando los dos partieron peras al parecer no del todo amigablemente, Carr retomó la idea de Damon Knight de hacer antologías de textos originales (que había arrancado con Orbit), que pagaban mejor que las revistas, y comenzó la serie Universe, así como sus propias recopilaciones anuales de material escogido. Ambos proyectos terminaron con su prematura muerte, a los 50 años, en 1987.

Mi impresión, desde fuera, es que Carr tuvo una influencia decisiva en la consolidación de una tendencia que podríamos calificar como «post new wave», que corrió paralela al cierto neoclasicismo de los setenta, una década protagonizada por el retorno a primera línea de los clásicos (Asimov con Los propios dioses, Clarke con Cita con Rama, Bester con Computer Connection…) y autores de corte más sobrio que los nuevaoleros anteriores, digamos neoclásicos  (George R. R. Martin, John Varley, Orson Scott Card y C.J. Cherryh podrían ser los más destacados, sumados al protagonismo de Larry Niven).

Esta «post new wave» llevaría el experimentalismo de la corriente precedente a la capacidad de situar historias «en inmersión», en escenarios no justificados ni reconocibles, y en particular con el uso de personajes totalmente alejados ya de los estereotipos del género. En líneas generales, yo diría que son sobre todo deudores de nuevaoleros «independientes» como Roger Zelazny y Ursula Le Guin, y no me parece menos significativa la reivindicación en ese contexto de un autor que parecía en una posición un tanto de outsider pese a llevar publicando desde finales de los cuarenta, como era Jack Vance. Los dos nombres más relevantes que quedarían de ese periodo serían dos de características muy disímiles como Gene Wolfe y James Tiptree Jr, si bien el dominador de estos años y de esa tendencia fue un viejo zorro que había sido también protagonista en ciclos previos, Robert Silverberg.

Sigue leyendo

Jagannath, de Karin Tidbeck

JagannathKarin Tidbeck es una escritora sueca que tanto escribe en su idioma materno como en inglés; ese bilingüismo, supongo, explica por qué un libro tan breve como Jagannath ha tenido dos traductoras, una de ellas (Carmen Montes) Premio Nacional de traducción por Kallocaína. Ésta es su primera colección de cuentos publicada en inglés y apareció en España entre todo tipo de elogios. Me resulta difícil negar lo genuino de la escritura de Tidbeck, con una aproximación a lo fantástico bastante personal, dueña de unas señas de identidad rastreables en los trece relatos recogidos en Jagannath. Sin embargo, aun cuando he disfrutado de un puñado de ellos, tengo problemas para recomendarla.

Grosso modo, en la colección se pueden encontrar tres tipos de cuentos. En el primer grupo incluiría una serie de historias de cariz fantástico en las cuales Tidbeck parte de una situación entre ligeramente extravagante y surrealista para contarla con sencillez, sin caer en excesos. El primer relato, “Beatrice”, sería el ejemplo paradigmático: durante su visita a una feria, un hombre se enamora de un prototipo de dirigible y es correspondido. Como la compañía que los fabrica no puede desprenderse de él, adquiere otro que, para su frustración, no parece manifestar sentimiento alguno hacia él. En su camino se cruza una mujer que tiene una relación con una válvula de vapor, correspondida, consumada y con embarazo… obviamente contado de una manera mucho menos burda. Esto le permite a Tidbeck acercarse a temas como la obsesión, la entrega, el sacrificio, la comunicación o la no correspondencia en las relaciones de pareja desde la sugerencia, con mucha sutileza sin entrar a fondo en ellos.

Sigue leyendo