Tiene mucho de Star Trek. La novela To Be Taught, If Fortunate, de Becky Chambers, corta y ágil, se parece mucho a la serie en ese sentido de la nave tripulada que viaja por el espacio con el muy edificante objetivo de estudiar lo que se encuentre y porque, como siguiendo, igual que en la Enterprise, una ‘primera directriz’, tienen prohibido interceder en los asuntos internos de lo que sea que encuentren. La apertura de la novela está llena de sentencias, de frases que quieren impactar con gran carga de sabiduría, quizá para justificarse a sí misma, y no está mal pero suena afectado. Demasiado solemne. Lo que sí se nota es que está significativamente mejor escrita que la novela que lanzó a la fama a su autora. La escritura en El largo viaje a un pequeño planeta iracundo parecía casi improvisada, un poco como si le diera igual. Aquí, en cambio, tiene más consistencia y más color. Están más cuidadas las frases, hay que masticarlas un poco más que las anteriores.
Si vamos a la novela en sí, en To Be Taught, If Fortunate, asistimos a lo que, en su reseña de El largo viaje a un pequeño planeta iracundo, Nacho llamó “ladrillo informativo”. Iba a optar por el irritante anglicismo de ‘infodump’, pero no: mejor la otra expresión. No sé muy bien qué pensar de esos ladrillos. Son ortopédicos y forzados, pero también son interesantes y como no tengo ni idea de nada, los veo curiosos. Quizá no es el mejor gesto narrativo ni supone grandes dosis de audacia, pero tampoco estropea un relato. Al menos no en el sentido de la curiosidad que te puedan despertar las posibilidades expandidas de la ciencia en la ciencia ficción. Depende de cómo se tome uno que le expliquen cosas. O cositas.
Sobre el viaje sideral que hacen, nada nuevo bajo el sol, pero estamos ante una historia compacta, de personajes que tienen conversaciones agradables de oír, que suenan reales. Me gustaron más los personajes de su primera novela –aún recuerdo con emoción ese romance entre un miembro de la tripulación y una IA, y el dolor del duelo por la pérdida de su futuro– porque sabe crearlos, qué duda cabe, y las contradicciones humanas y sus miedos están ahí en esas páginas, vibrantes. Lo único es que, al menos por los dos libros que le he leído a Chambers, no hay mucho sentido de la maravilla en sus textos. Sitúa sus historias en naves en el espacio y en esta que comento hoy por aquí se van comunicando con la Tierra hasta que ya no, y eso daría o podría dar pie a mucho color, pero se queda todo en lo mencionado. Dice las cosas pero el decir no siempre es suficiente.
No diría que lo que singulariza este género es el sentido de la maravilla, dado que no es privativo de él, pero sí que es uno de sus elementos más representativos y que más codiciamos, aunque eso a la autora parece que no le preocupe demasiado. Cosa que está bien, claro –nadie tiene por qué hacer nada– pero ya que sitúas tu historia en las lejanías inconcebibles del espacio exterior y tus personajes tienen que recurrir al sueño inducido para, simplemente, llegar a destino, ya que ese es el tapiz general de la historia, se le pueden ir añadiendo cenefas y florituras para expandirla con las imágenes encantadoras que buscamos en nuestra existencia. ¿No? No sé. Creo que la autora tiene mucha mano para los personajes pero no tanto para las tramas ni la atmósfera. Tampoco para el detalle. Y no tendría por qué pasar nada, necesariamente, pero lo que queda es el mensaje latiendo claro en el fondo de sus historias –con el que por otra parte cuesta mucho no estar de acuerdo– y poco más. Pero luego aún pasa otra cosa.
Que queda claro que la historia y lo que acabo de llamar el tapiz general de la historia están ahí sólo para transmitir un mensaje, y los personajes y el entorno, al final, lo único que hacen es entorpecer ese mensaje como si fueran hojarasca. El caso es que este fenómeno tampoco es muy, muy diferente a lo que ya ocurría en su primera novela: esos largos viajes en espacios cerrados donde la gente habla de cosas con las que estás muy de acuerdo.
To Be Taught, If Fortunate, de Beckie Chambers
Harper Voyager, 2019
153 págs. Paperback.