…the ghost of electricity howls in the bones of her face.
Bob Dylan
Aunque en Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio hay un cuento que se acerca a la narración postapocalíptica, donde las lluvias han sepultado partes del mundo, y otro, un poco más adelante, que se acerca a la space opera, lo que predomina es el caos de la urbanidad y cómo los seres humanos tratan de orientarse emocionalmente en ese caos. Pero no es sólo eso: el novum de estos cuentos es un adelanto tecnológico inventado por nuestra torpeza a la hora de relacionarnos. El novum es consecuencia de las actitudes, los miedos y, sobre todo, las inseguridades humanas hasta convertirlas en el elemento definitorio de ese futuro inminente. El invento fantástico, tan mercadeado que es ubicuo, quiere, en su función ortopédica, facilitar las relaciones humanas, pero el caso es que las debilita en unos futuros que parecen la lógica continuación de nuestros presentes tutelados por la egolatría de las redes sociales. No es crear imaginario por la simple coquetearía de crearlo (cosa que también estaría bien, por supuesto), ni es que la maquinaria esté al servicio de un prurito de anticipación documentada: Andrea Chapela se sirve de un sutil elemento de ciencia ficción para destacar, por contraste, la naturaleza inmutable de nuestros sufrimientos.
“90% Real”, el primer cuento, emulsiona realidad con ese sucedáneo de la realidad que es la inmersión de la tecnología en nuestro día a día. Una ruptura sentimental y el inevitable fallo en la mente digitalizada de la narradora hacen que se confundan realidad y virtualidad, ausencia y presencia (de la pareja ida). Es en sí mismo un glitch, este cuento. En “Ahora lo sientes”, el segundo cuento, vemos cómo entra la narradora, novums mediante, en las mentes ajenas para manipular su memoria –y por tanto su identidad– por encargos que luego le hacen sentir mal. Cyberpunk bajo la luz y el calor de México. El caso es que el novum es el detonante del despliegue de emociones humanas. Las vemos frágiles y necesitadas de ayuda y es ahí donde la autora pone el acento.
Y el tercer cuento, “Calculando, recalculando”, quizá el mejor del volumen y uno de los mejores cuentos que he leído últimamente, está narrado desde el interior de un dispositivo. O por un dispositivo, podríamos decir. Nos habla el robot y toda la realidad nos llega filtrada por su mirada mecánica, pero lo que con más fuerza nos llega es el miedo a la soledad y la precariedad de las relaciones humanas, lo frágiles e imprevisibles que son nuestras historias de amor y lo mucho que eso nos asusta. Sí, cada pieza tiene su novum, su elemento de cyberpunk sui generis, de ciborgs incorporados en esa inmensa máquina de deglutir que es el mercado laboral, pero lo que acaba pesando es cómo esa emulsión refleja los sentimientos humanos que no han cambiado con la presencia de la maquinaria futura. Que, de hecho, han sido el motivo por el que se han inventado esos ansibles del futuro.
A medida que avanzamos en el libro entendemos mejor el título. Es en contexto que se entiende el significado y las implicaciones de los ‘perfiladores’ que, como en las redes sociales, se obcecan con la imagen proyectada en la red pero con un alcance mucho más comprometedor. No tengo tan claro que la presencia de lo cienciaficcionesco en estos cuentos sea tan relevante como lo que tienen de indagación en nuestro errático comportamiento. En la confirmación de nuestros miedos. Bajo los cuentos de Andrea Chapela late el miedo humano y nuestra incapacidad de enfrentarnos a nuestro miedo. Como no me atrevo a corregir mis errores a la hora de relacionarme con la gente o con mis parejas, me entrego, devoto, a la maquinaria que hará el trabajo por mí. Esos miedos crecen, arborescentes, hasta que dan la tecnología como fruto. La ciencia ficción en estos cuentos es una cuña que le mete la autora a lo humano, para oxigenarlo, para desestancarlo y que lo veamos mejor.
Andrea Chapela escribe (uno diría) como concibe la ciencia ficción, al menos por lo que se puede ver en estos cuentos: sin chisporroteos ni pirotecnias vacuas. Uno de los cuentos se titula “Como quien oye llover” y se me ocurre que es así como escribe Andrea Chapela y que así es como incorpora la ciencia ficción en el fondo de la humanidad, para que la remueva y oxigene, un poco como quien oye llover. Como quien no quiere la cosa. El epígrafe del libro, muy bien escogido, es una frase de Frederik Pohl sobre que la ciencia ficción debe predecir (sustituyamos predecir por escribir, propongo), no la invención del coche sino el atasco, porque esa es la cotidianeidad que se violenta aquí.
Porque así como los cuentos, también recientes, de Al final del miedo, de Cecilia Eudave, incluían lo extraño en forma de agujeros inexplicables en el tejido de la realidad, en los cuentos de Andrea Chapela hay un novum tecnológico, como digo, que dispara e ilumina las manifestaciones de la polimorfa naturaleza humana. En Eudave la extrañeza estaba inexplicada, aquí no: aquí la crítica a los peligros de la tecnología está clara (sin caer, de todos modos, en la simpleza de decir que, mal usada, es peligrosa). Es eso y lo que nos ha llevado a eso. Que es miedo y miedo y más miedo (e inseguridad y ansias de dominación).
Vuelvo un segundo al cuento que más me gusta (“Calculando, recalculando”), para ponerlo como ejemplo de esto que digo: nos acorrala en nuestra cualidad de receptor total de la maquinaria. No hay interacción, no hay diálogo: estamos al otro lado del punto de mira. Es un flujo de consciencia de la máquina dirigido hacia nosotros y a partir de ahí reconstruimos el mapa del futuro, podemos ver hasta qué punto le hemos cedido a la máquina el control de nuestras decisiones. Y eso dice más de nuestra manera de ser que de nuestros inventos, como si el fantasma de la máquina se hubiese metido en nuestros huesos para lanzar su grito de victoria frente a nuestra sedicente incapacidad. Esa es la fuerza principal de estos cuentos, yo diría. Unos cuentos que nos quedan cerca, que nos hablan directos, como espejos.
Sobre Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio, de Andrea Chapela (Almadía, 2021)
Rústica. 216 pp. 18 €
Ficha en la web de la editorial