Por méritos propios, Jason Schreier se ha convertido en el periodista estrella de exclusivas sobre videojuegos en EE.UU. y parte del extranjero. Y con todo gran poder llega una gran responsabilidad, una lección en la que esta vez no ha sido necesaria una nueva muerte del tío Ben (ni la presencia de Voltaire). En Blood, Sweat and Pixels, Schreier documentó la realización de un puñado de videojuegos para cartografiar cada proceso. Durante esa descripción, perfiló diferentes variaciones y multitud de puntos comunes en las diferentes etapas de su desarrollo entre las cuales figuraba una de las problemáticas más arraigadas en su creación: las horas extra no pagadas, en especial en los tramos finales de producción. Cómo el personal técnico involucrado dedica turnos interminables a lo largo de meses en unas condiciones que tensan sus vidas personales hasta límites insostenibles.
Aquel libro se quedaba en una antología de reportajes. Un conjunto de historias a modo de catálogo con sus triunfos, sus problemas de producción… Servía de denuncia y evitaba empantanarse en el peliagudo terreno de cómo cambiar una circunstancia en apariencia inseparable del medio. Ahora, ya en su posición de conciencia visible, regresa al cómo se hacen videojuegos con Press Reset: Ruin and Recovery in the Video Game Industry. De partida, un paso al frente respecto a Blood, Sweat and Pixels. Lamentablemente no me ha funcionado tan bien.
Schreier abarca las vicisitudes de una serie de estudios que cerraron después de unos últimos años/meses disfuncionales. Su paradigma sería Irrational Games y su estrella Ken Levine, conocidos por Bioshock y Bioshock: Infinity. Este binomio, bien documentado en multitud de artículos y libros aparecidos en los últimos años, con las inevitables variaciones de cada caso particular, resume gran parte de Press Reset. Un productor excepcional y excéntrico, un proyecto ambicioso, una proceso de creación basado en la iteración y en la búsqueda a través del más elemental prueba y error, contrataciones crecientes de trabajadores para implicarse en secciones que después quedan descartadas… Los lugares comunes entre los Bioshock y otros proyectos no sólo facilitan la descripción de las ineficiencias más recurrentes detrás de la producción. Testimonio a testimonio alumbran el vientre de la bestia, las condiciones de vida mientras se está en ese interior y, muy especialmente, en las semanas, meses posteriores a la aparición del título. Muchos trabajadores son considerados “redundantes” y tienen que enfrentarse a la posibilidad del despido, con toda la angustia y la incertidumbre que implica en un sector en el que encontrar una nueva oportunidad laboral puede incluir una mudanza a la otra punta de EE.UU.
Schreier tiene de nuevo buena información y utiliza los testimonios recogidos para montar su caso contra la industria de producción de videojuegos. Todo sea dicho, un caso un tanto cojo. Aunque cuenta con la visión de productores estrella como Warren Spector, un tipo que lleva en la industria desde los años 80 en títulos de éxito y con sus puntos débiles a la hora de establecer una dinámica de trabajo sana, son sonoras las ausencias desde esta parte de la cuestión. Ya sea por miedo, imposibilidad (NDAs), opacidad, la descripción queda muy escorada hacia los trabajadores que padecen este modus vivendi. Cuesta contrastar los prejuicios sobre la labor directiva con su percepción. Afortunadamente hay historias muy bien cubiertas como la de Curt Schilling y sus 38 studios. Una bancarrota que resume la otra cara del sueño americano: ricos que lían a inversores privados y públicos para que sean estos los que palmen la mayor parte del dinero.
Si Press Reset se quedara en esto sería otro libro de reportajes sólido. Un poco reiterativo, romo en el relato (Schreier se ciñe a los hechos con un verbo pelín monocorde, sin veleidades discursivas), pero de lectura agradable. Sin embargo, como decía, bucea más allá de las causas y aporta un capítulo con propuestas para evitar que se repitan estos casos. Señala el camino hacia la mejora en la calidad de vida de miles profesionales, víctimas de un estrés continuo fruto de lo incierto y precario del trabajo en el sector. Y aquí la debilidad del discurso se apodera del libro porque las aportaciones se agotan rápido. Las 260 páginas anteriores se han focalizado siempre en lo desastroso y no en mostrar, también, alguna buena práctica de cómo se ha conseguido mantener un grupo de trabajadores durante un tiempo extenso sin caer en los vicios que denuncia. Además Schreier se apoya siempre en un sector industrial que conoce y olvida que este es indisoluble de una sociedad donde la inestabilidad, la falta de mecanismos de protección y la presión son el pan nuestro de cada día (mismamente en el sector educativo, aunque al menos aquí puedes trabajar en una zona sin necesidad de tener que moverte de un estado a otro según vas cambiando de puesto de trabajo). Y cualquier solución debe partir también de medidas a mayor escala (sindicación de trabajadores, existencia de convenios colectivos, un sistema de salud universal) que ni están ni se las espera. Una pena porque 75 páginas del reportaje dedicadas a otros estudios y un poco más de ambición y pragmatismo propositivos habrían redondeado un libro más equilibrado y provechoso.
Press Reset, de Jason Schreier
Grand Central Publishing, 2021
320 págs. Paperback. $16,99
…**^Lççç
https://if50.textories.com/
esos lúdicos lectores podrían estar interesados.
aprovecho para quejarme de que nadie haya hablado de Disco Elysium en este foro.
😉
Yo todavía no lo he jugado. A ver si este verano saco unas veinte horas y me pongo con él, aunque llevo años más en el modo relajarme con grandes aventuras de acción que meterme en una historia interactiva como la que ofrece Disco Elysium.
Por lo que me cuentan, es ideal para lectores y lectoras de cualquier pelaje. Es como leer una novela y “jugar”, todo en uno.
Confieso que tampoco he jugado, pero es que yo no juego a nada (me quedé en las máquinas de bar, Ghosts&Goblins, 1942, R-Type, GunSmoke y esas cosas ya cubiertas de polvo digital).
Parece ser el juego ideal para los que no somos jugadores pero sí leemos algo de vez en cuando.