Aunque tengamos a multitud de grandes autores de género desaparecidos en nuestras librerías, Philip K. Dick lleva años presente con distintas reediciones y ahora han comenzado la recuperación de obras que se mantenían inéditas en nuestro idioma. Minotauro ha dado un paso anunciado en el pasado por otras editoriales sin que llegase a materializarse, y ha empezado a publicar su producción no fantástica.
No quiero que el párrafo anterior suene a queja, es una realidad. En mi caso, hace tiempo que me di cuenta de que Dick es el autor del que más libros he leído y sigo haciéndome con todo lo que se publica, novela juvenil incluida. Tener a tu alcance la bibliografía casi completa de un escritor es un lujo y no puedo negar que sentía curiosidad por conocer estas novelas realistas. Anteriormente solo había leído Confesiones de un artista de mierda y, a pesar de distintos aspectos de interés, me dejó algo frío. En esta ocasión me encuentro con otro título menor: Mary y el gigante.
Las obras realistas del prolífico escritor californiano son el testimonio de un fracaso. Aunque lo intentó en repetidas ocasiones, ninguna de ellas logró lo esperado y apenas pasaron de ser una colección de cartas de rechazo. Creo que esto es importante a la hora de adentrarse en Mary y el gigante. La novela adolece de una serie de problemas muy evidentes que hacen de esta una historia mejorable en la que encontramos distintos momentos que deberían haber pasado por una importante reescritura antes de ser publicados. Es cierto que muchos libros de Dick parecen agotarse sin previo aviso y tienen un final abrupto. En cambio, aquí los fallos narrativos se encuentran en toda la historia y le queda una sensación extraña al lector. ¿Nos habla el autor de una fantasía? ¿Es un canto a la rebeldía? ¿Una novela política o simplemente contemporánea?
El personaje central de Mary y el gigante es la joven Mary Anne Reynolds, personaje cuyas perspectivas vitales van más allá del pueblo en el que vive. Su mentalidad es un hecho aislado a su contexto y la realidad es la ya conocida en otras historias: incomprensión social, un padre alcohólico que la acosa cuando bebe, un novio aburrido y un entorno que la empuja a perpetuar todo lo que le asfixia. Mientras, existe un submundo de población afroamericana que tiene su propio gueto, con sus barrios y bares a los que ir, donde la música está llena de vida. Mary siente mayor simpatía por estos que por sus familiares, un escándalo para todos: prefiere a los negros.
A la par llega al pueblo un hombre que decide montar una tienda de discos, alguien con un gusto más refinado que el de los lugareños. Solo busca vivir con tranquilidad en un entorno relajado y, a ser posible, que los aficionados que residan en esa zona del Estado compren los discos de su cuidadísimo establecimiento dedicado a la música clásica.
Estos dos personajes son el contrapunto a la realidad de la época junto a algunos personajes negros, una suerte (o maldición para ellos) de personas que se relacionan entre sí de forma intermitente y cuyas narraciones no avanzan por la historia tal como deberían. Lo esquemático de los sucesos y la falta de sorpresas, aunque parezca que Dick quiere darlas, hacen de Mary y el gigante una novela gris a pesar de que en ella palpitan los ideales del autor.
Philip K. Dick fue progresista y aquí tomó posición por los avances sociales de un modo que en caso de estar escrita hoy día sería menospreciada u obviada por la crítica que suele comprar el discurso de la diversidad como lastre progresista. Pero en su plasmación existe un problema evidente, los personajes se vuelven maniqueos y carentes de contrastes, son o no son, no hay espacio para lo intermedio. Incluso se podría decir que Mary es la creación que parece surgir de un enamorado adolescente por momentos, no de un buen escritor. Aquí no encontramos exactamente la Biblia de personajes que manejaba Dick y que tan bien define Julián Díez en el prólogo de su edición de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? publicada por Cátedra. Supongo que por una importante diferencia: no son personajes necesarios para la historia, sino que se crea una historia para estos personajes.
Estas cuestiones provocan que la historia acabe siendo vaporosa y probablemente pronto quede olvidada más allá del planteamiento y algunos momentos en los que se puede sentir que, tras ella, existe un escritor con potencial.
Se me hace difícil saber a quién puede interesarle Mary y el gigante siendo una novela con claros problemas en la mayoría de niveles. Como lector de todo lo que he encontrado de Philip K. Dick, sabía a lo que me enfrentaba, pero está lejos de ser representativa de los valores literarios de este escritor. Por muy aficionado que sea de su obra y su legado, no puedo hacer proselitismo de una novela cuyo interés reside en aspectos extraliterarios, como el completar la bibliografía o la curiosidad por saber cómo eran sus obras no fantásticas.
Es necesario apuntar que la edición de Minotauro es muy cómoda de leer, tanto en el tamaño de letra como en el formato de libro. Del mismo modo, la traducción de Juan Pascual resulta impecable, se nota que lleva tiempo dominando la prosa del autor californiano y capta los ritmos que laten bajo los diálogos y párrafos cortos.
En fin, es una lástima sufrir la sensación de que las obras que nos quedan por conocer de Dick son menores, a falta de saber si algún día tendremos en nuestras manos una edición española de su Exégesis.
Mary y el gigante (Minotauro, col. Biblioteca Philip K. Dick, 2021)
Mary and the Giant (1987)
Traducción: Juan Pascual
Rústica. 304pp. 18,95€
Ficha en La tercera fundación