No mires ahora y otros relatos, de Daphne Du Maurier

No mires atrás y otros relatosProbablemente no hubiera leído un libro de Daphne Du Maurier si no fuera por Lo raro y lo espeluznante. Mark Fisher se servía de “No mires ahora” para ilustrar parte del territorio de lo espeluznante junto a La afirmación, una de mis novelas favoritas de Christopher Priest. Así que me hice con esta colección donde las editoras de La biblioteca de Carfax reúnen cinco de sus cuentos con un contenido fantástico en el sentido más Todoroviano; todos ellos se nutren de la incertidumbre de sus protagonistas cuando experimentan sucesos inexplicables. Con diverso éxito, lo que me ha llevado a una cierta decepción a pesar de ratificar la merecida fama de “No mires ahora”.

Analizada a posteriori, una parte de mi desazón surge del tipo de escenario y personajes: esa Inglaterra rentista de nutrido servicio en el palacete y té a las cinco. Du Maurier no encara un elogio de la antigua base del partido conservador, ni mucho menos. De hecho afina la caracterización a través de los recodos de la atmósfera fantástica, y explora una serie de contradicciones de clase y de género. Pero su prevalencia en tres de los cinco relatos (casi diría cinco, aunque en las ausencias estamos hablando de una pareja sin servicio y en el otro los típicos yanquis con pasta), unido a la base psicoanalítica, me ha resultado cargante, en especial en dos casos donde me ha llegado a aburrir considerablemente. Pero no quiero desviar el tiro antes de alabar “No mires ahora”.

Solo tengo buenas palabras para este cuento, preciso e ingenioso. Comienza de una manera harto sencilla, en una terraza veneciana con un matrimonio de mediana edad recreándose en lo que podría ser una extravagante pareja de ancianas que los observa, para profundizar en ese enigma a base de añadir giro sobre giro. Las ancianas abordan a la mujer en el baño y le cuentan que, a su lado, observan a su hija muerta. Esa misma noche se las vuelven a encontrar en un restaurante y les dicen que la niña está ahí para advertirles de algo nefasto. Al regresar al hotel, reciben la noticia de que su hijo padece apendicitis y va a ser operado a vida y muerte. Solo ella encuentra hueco en un avión, dejando a su marido sumergido en la incertidumbre a la espera de poder viajar. Mientras él aguarda una plaza para regresar al Reino Unido, cree ver en uno de los vaporettos venecianos a su mujer con las ancianas… Esto en 25 de las 50 páginas de “No mires ahora”.

Du Maurier estimula la intriga a base de agregar nuevos eslabones a esta secuencia, y explota una paranoia que aliena a los protagonistas del resto de las personas a su alrededor. Tampoco tiene mucha ciencia; estamos hablando de turistas en un país foráneo, uno de los motores más repetidos de este tipo de argumentos. Pero hay bastante más detrás del desarrollo, caso del cuestionamiento sobre la interpretación de la realidad a la que lleva al marido y la deliciosa manera en que le devuelve los temores que proyecta sobre su mujer. No es ya cómo Du Maurier refleja sobre él la presunta imposibilidad de su esposa para salir del trauma. Es evidente su incapacidad para prever el desenlace por más que se anticipa, y esta ceguera puede ser la del propio lector, cautivo en el laberinto psicológico planteado.

Daphne Du MaurierEste capital simbólico se repite a lo largo y ancho de la colección. A veces de forma más evidente, caso de “El manzano”. De nuevo una historia bien planificada en la cual un manzano atormenta la vida de un anciano que ha perdido a su mujer tres meses antes. Esta representación de la vida se transforma en una fuente de podredumbre (sus ramas quemadas hieden; la mermelada hecha con sus manzanas es incomible…) y revela cuestiones soterradas de su vínculo con su esposa y su enamoramiento años antes de una vecina. Sin embargo, en “El manzano” la faceta psicoanalítica está tan subrayada, a un nivel de detalle tan asfixiante, sin espacio para la sorpresa y con un ritmo tan moroso, que me he encontrado leyendo en diagonal. Lo que suele atraerme de este tipo de narración, la retórica de la atmósfera y el retrato moral, jamás abandona la franja de lo previsible. Se hace enormemente aburrido.

Este mal se repite en su complemento, “El estanque”, protagonizado por la que podría ser la nieta de los señores de “El manzano”. Mientras convive con sus abuelos, atrapada en los horarios y rituales de su casa, se despierta por la noche para, después de su propio ceremonial, abrir lo que parece una puerta de otro mundo. Un clásico de las historias inglesas que aquí se aborda con un inicio lento cuya pesadez se disipa a través de unas últimas páginas que precipitan “El estanque” hacia un final insustancial. Aunque tenía todo para empatizar con la joven, la he observado con el mismo hastío que al anciano de “El manzano”. En estos relatos Du Maurier no se caracteriza por crear un nexo emocional con los protagonistas.

He encontrado más atractivos los otros dos cuentos. “No después de medianoche” se desarrolla en un resort de turismo de Creta, tal y como eran en los años 60, mediante una confesión en primera persona. Un profesor escaso de fondos consigue alojarse en un bungalow de las instalaciones para descubrir que el anterior ocupante ha muerto en extrañas circunstancias. En estas parece estar involucrado un matrimonio que se aloja en un edificio cercano, con un marido insoportable que lo incordia y estimula la curiosidad por su actividad diaria. Quizás lo más conseguido sea el momento más perturbador del libro; un breve sueño nocturno en el que el profesor se ve con sus alumnos participando en una fiesta dionisiaca, una sutil revelación de uno de los “males” que le atormenta, reforzado por un final algo más críptico. El camino que lleva ahí es bastante más común, una epifanía para el narrador, y un cierto rito de paso por lo que anticipa.

A su vez el último cuento, “Las lentes azules”, recupera el buen sabor de “No mires ahora”, con una historia esta vez más directa. Una mujer recién operada de la vista para ponerle unas lentes intraoculares, se relaciona con la gente de la clínica en la más absoluta ceguera. Confiada, se entretiene ideando los planes de regreso a su vida cotidiana para, al quitarse la venda, descubrir que todas las personas que le rodean tienen por cabeza la de diversos animales. Los que parecían más fiables y agradables en sus conversaciones, personificando especies más amenazadoras. Du Maurier nos arrastra a su paranoia huyendo de cualquier descripción visual mientras está a oscuras y dejándonos con su sorpresa y su desconfianza mientras la historia avanza en el desconcierto de ¡qué cojones está pasando! Me ha gustado hasta su inquietante giro final, que profundiza en su componente de terror. Un buen cierre para una colección irregular, con al menos dos cuentos que merece la pena descubrir.

No mires ahora y otros relatos, de Daphne Du Maurier (La Biblioteca de Carfax, 2018)
Traducción de Miguel Sanz Jiménez
247 pp. Rústica. 22 €
Ficha en la Tercera Fundación

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