Es de alabar la labor detrás de La biblioteca de Carfax. En menos de un año han creado ex novo una colección dedicada exclusivamente a un género comercialmente rayando en lo suicida; le han proporcionado una imagen propia cuidada al milímetro; han reunido un equipo de traducción solvente; han equilibrado la selección de títulos entre novelas y relatos o libros de diferentes épocas (novedades, inéditos de décadas anteriores, reediciones)… Quizás por eso me duele que mi primera experiencia con su catálogo, este Experimental film, novela ganadora del premio Shirley Jackson de 2016, haya resultado parcialmente decepcionante. Más cuando ciertos aspectos que en otros títulos me enervan aquí me han parecido trabajados con acierto.
Experimental film está contada por Lois Cairns, una experta en cine canadiense próxima a los 40. Tras consagrarse al estudio de un campo donde no tiene par, está lejos de alcanzar el soñado estatus durante su juventud. En la más absoluta precariedad y con un hijo con un trastorno de espectro autista, sale adelante por el apoyo de su familia. Su colaboración le permite continuar persiguiendo la quimera de ganarse la vida con su pasión. La oportunidad se le presenta cuando en una película experimental descubre fragmentos tomados de la obra de la señora Whitcomb, una de las pioneras del cine en Canadá. Las imágenes la ponen sobre la pista de su obra y su vida, marcada por una serie de sucesos entre los cuales su presunta muerte tras desaparecer sin dejar rastro de un vagón de tren no es el más extraño. Mientras investiga en su biografía, una figura se manifiesta como común denominador: la Dama del Mediodía. Una deidad wenda cuya presencia domina el film e imprime un carácter más angustioso a la obsesión de Cairns cuando irrumpe en su cotidianidad.
Como era previsible con el uso de la primera persona, la voz y la personalidad de la narradora son el núcleo de Experimental film. El relato las dota de cuerpo y relieve gracias al modo de introducir Files sus circunstancias familiares y profesionales. La actitud explícita e implícita hacia su hijo, con amor pero sin ocultar el pesar por las demandas de su trastorno, la ayuda y los condicionantes de su madre y su pareja, las exigencias para mantenerse como una especialista de referencia, su obcecación con el objeto de su investigación, su depresión… me han resultado tan naturales como su forma metódica de plasmarlas. Ese maridaje entre cercanía y distancia no es el único aspecto donde Experimental film parece redactada por una académica tridimensional.
La narración cronológica no es del todo secuencial y aparte de acudir a todo tipo de anécdotas sobre el mundo del cine en Canadá y cómo ha subsistido, minúsculo, a la sombra de la aplastante industria estadounidense, es en todo momento autoconsciente de su contenido: la recolección a posteriori de hechos que tuvieron lugar hace un tiempo y, en parte, entran en el territorio de lo raro. De ahí que además de acudir a referencias al montaje de películas para describir ciertos sucesos (cuando Cairns pierde el sentido; cuando lo extraño invade lo cotidiano), la narradora acompañe su recuerdo con comentarios esporádicos que contextualizan su competencia profesional y contribuyen a enriquecer el subtexto. Mayormente sobre la nutrición, la relación con el entorno y la reproducción de las obsesiones.
Para darle más cuerpo se incluyen textos que recopila en su investigación o varios fragmentos de entrevistas. Esto no convierte la novela en un collage; nueve décimas partes de Experimental film son las memorias de Cairns. Sin embargo esta manera de alimentar con información las pesquisas me ha distanciado mucho durante el segundo acto. Una búsqueda alrededor de Whitcomb y su conexión con la Dama del Mediodía, que condicionó su vida hasta extremos apenas sospechados las primeras veces que aparece. Un poco peñazo.
El acto final, cuando Files ahonda en el punto enfermizo sobre las pasiones que guían una vida y los sacrificios que exigen, me ha recuperado parcialmente. El juego de reflejos entre la devoción a una deidad y la entrega a una labor abandona el terreno de lo psicológico para penetrar en lo físico. Todo lo que conduce hacia el gran desenlace, en una escena en la cual se ilustra un culto muy del siglo XX (y con sus connotaciones en este comienzo del siglo XXI, con todo lo que implica el tránsito de lo audiovisual a un espacio más íntimo), escarba en la faceta simbólica de Experimental film. Y con sus últimas respuestas, el testimonio deviene en un thriller sobrenatural, con el peaje de que, en este tránsito, la hiperdefinición implica una renuncia a la atmósfera weird. Lo misterioso, lo demencial, terminan arrinconados en una decisión que no puedo dejar de ver como una autozancadilla. La amenaza, la incertidumbre, eran mucho más poderosas cuando la deidad, el mito, lo inexplicable, apenas tenían forma.
Experimental film, de Gemma Files. La Biblioteca de Carfax (2017)
Experimental Film, ChiZine Publications (2015)
Traducción de Elisa Rivera.
352 pp. Rústica. 20.50€
Ficha en la Tercera Fundación
No tiene mala pinta. Y cierto que los libros de LBdCfx tienen un aspecto impecable (y lo de publicar -por fin- Cero de Kathe Koja no es moco de pavo).
¿Cómo ves Experimental Film con respecto a Días entre estaciones y Zeroville de Erickson?
Y ¿alguien ha leído el Parpadeo (Flicker) de Roszak? Por cerrar ya con las novelas cinematográficas.
Aunque ya puestos y por pedir:
Anda que no molaría que alguien publicara Skin Palace de Jack O’Connell (o ya puestos cualquiera de sus novelas).
Sólo he leído Zeroville y si me dan a elegir me quedo con ella. Aunque las dos novelas tratan el tema de la obsesión, lo hacen desde dos extremos casi opuestos: Files desde un personaje normal quebrado por el peso de situaciones ordinarias, Erickson desde uno anormal quebrado por lo excepcional; Files se mueve en el terreno de la ficción y cómo lo extraordinario puede irrumpir lo cotidiano, Erickson parte de lo factual para construir una ficción fuera de lo habitual… Es una cuestión de afinidad.
Espero leer en breve Días entre estaciones. Parpadeo me llevará más porque son 800 páginas y estas extensiones me cuestan un horror.
Anotado lo de Jack O’Connell. A ver si te oyen.