El informe Monteverde, de Lola Robles

El informe Monteverde¿De qué manera está condicionado el lenguaje por quienes somos y el entorno en el que vivimos? ¿Cómo afecta nuestro idioma a nuestra forma de pensar? ¿Qué mecanismos hacen que una lengua evolucione hasta acabar convirtiéndose en otra distinta? Y, a la inversa, ¿hasta qué punto es el lenguaje una herramienta al servicio de las élites, un perpetuador del statu quo? Indagar en el cómo y los porqués de la lengua es siempre un ejercicio fascinante y por eso lo es la lectura de El informe Monteverde (Lola Robles), una novela corta que fue publicada por primera vez 2005 y ha sido reeditada ahora —con ilustraciones de Marina Vidal— por la editorial Crononauta.

El libro narra la estancia de seis años de una lingüista —Rachel Monteverde— en el planeta Aanuk para recabar la mayor cantidad posible de información sobre los idiomas de sus habitantes: los aanukiens, un pueblo nómada, sencillo, despreocupado y alegre, y los fihdia, una misteriosa comunidad formada por ciegos que viven en cuevas y cuya sociedad está organizada mediante una rígida jerarquía religiosa. La estructura de la obra no es lineal, sino que a lo largo del relato se van intercalando fragmentos de la entrevista que una investigadora le hace a Monteverde con extractos del informe que da título al libro y las notas que la protagonista fue tomando sobre el terreno. Los textos, al entrelazarse, construyen una imagen poliédrica del planeta, sus características, su historia y, sobre todo, el idioma y la cultura de sus habitantes. Porque la sal de El informe Monteverde son esas descripciones, ese sumergirse en el mundo de Aanuk, mientras que la acción propiamente dicha (lo que allí le sucede a la protagonista, los problemas que surgen y cómo los soluciona, sus relaciones con distintos habitantes del planeta) queda relegada a un segundo plano.

Hay algo reposado, sereno, en la manera de escribir de Robles, y el tono de la narradora se ajusta perfectamente a la descripción de ese planeta fértil, tan bello y colorido que los pastores evitan sus bosques en otoño para evitar la “borrachera de color” que provoca su “exuberancia cromática”; tan pacífico que para los aanukiens la guerra “es algo que solo ha ocurrido en otros mundos, algo que les explican a los niños sus maestros”. Al igual que le ocurre a la protagonista, el lector va enamorándose poco a poco de este mundo y sintiéndose cada vez más intrigado por el misterio que envuelve a los fihdia. Y, al mismo tiempo que la lingüista Rachel Monteverde nos asombra al deshilvanar los entresijos de estas sociedades lejanas, la filóloga Lola Robles nos obliga a reflexionar sobre cuestiones de nuestro propio lenguaje en las que no habíamos reparado hasta entonces.

Ilustración de Marina VidalSin embargo, si la maravillosa presentación de este mundo es el punto fuerte de la novela, el nudo y el desenlace son su talón de Aquiles. Porque el libro fluye de principio a fin con esa misma calma serena con la que, en el primer capítulo, Rachel Monteverde invita a Hannah Sweet Angélica a tomar té y pasteles en su jardín. Y, aunque el flujo de ideas es constante (¿qué características tendría el idioma de una raza formada íntegramente por personas ciegas? ¿puede llegar a afectar a nuestra salud mental la manera que tenemos de expresarnos? ¿es posible que no ser capaces de nombrar algo nos haga también incapaces de percibirlo?), la ausencia de un clímax potente hace que, de alguna manera, al terminar el libro lo que quede sea una sensación agridulce: de disfrute, sí, pero también de oportunidad perdida.

El relato brinda, pese a todo, una lectura agradable (por momentos fascinante, especialmente en las tres primeras cuartas partes de la historia) y, como sucede en otras narraciones de Robles, además del tema principal (en este caso, el lenguaje), bajo su superficie bullen muchos otros asuntos: la dificultad para superar nuestros propios prejuicios, la utopía de las sociedades tradicionales, la igualdad de género, los sistemas económicos alternativos… No está nada mal para un libro que se lee en dos sentadas y te deja con una sonrisa.

El informe Monteverde, de Lola Robles (2005)
Ilustrado por Marina Vidal

Ed. Crononauta, 2018.
eBook. 140 pp, 4,6€
Ficha en la web de la editorial

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