Las diez mil vidas de Milo, de Michael Poore

Las diez mil vidas de MiloMilo lleva reencarnándose miles de años en un bucle que se aproxima a su final. Ya ha empleado nueve mil novecientas noventa y cinco de sus diez mil oportunidades para consumar una existencia perfecta y, así, pasar a ser uno con la Ultraalma. Sobre su cabeza revolotea la idea de fracasar y verse abocado a la nada; la desaparición de quienes no consiguen ese único, gran, trascendente premio. Mientras aguarda en la Otra Vida cada nueva oportunidad, vive junto a una serie de personajes y reflexiona sobre sus errores y aciertos, siente y aprende de cada nueva experiencia. Uno de esos seres es Suzie, una encarnación de la muerte con la que mantiene una relación romántica cada vez más intensa, hasta el punto que ésta lleva un tiempo planteándose su labor, si está dispuesta a continuar con ella.

En esta encrucijada sobre las cuestiones suscitadas por las maneras del emplear nuestro tiempo en vida y su sentido es donde Michael Poore ha emplazado Las diez mil vidas de Milo. Una sucesión de historias entre el relato y la parábola con una mínima fracción de la experiencia de Milo. Su plato principal son sus últimas cinco vidas; narraciones entre las 15 y las 90 páginas que abarcan de lo pseudohistórico a la ciencia ficción apocalíptica o distópica. Tres de ellas, “El caso del Club de las Gachas”, “El Buda en invierno” y “La familia Stone”, me han parecido lo mejor del libro al enfrentar a su protagonista con particulares infiernos opresivos y resolverlos mediante soluciones de lo más diversas.

En el primero es sentenciado injustamente a una prisión donde padece todo tipo de abusos. Allí se evade gracias a lo que en origen parece un atropello más (breves paseos por el vacío sin escafandra), una práctica que termina por convertir en una evasión a su sufrimiento. En el segundo pasa a formar parte del grupo de seguidores de un envejecido Buda en el camino de la iluminación, para terminar liberando al maestro de la cárcel de este mundo en un supuesto acto de bondad incomprendido. “La familia Stone” supone la última encarnación de Milo y funciona como cierre de la secuencia. Por diversos avatares, termina con sus huesos en un planetoide donde sus habitantes trabajan a destajo extrayendo agua para una corporación. Un ecosistema tóxico y unas condiciones de trabajo extremas son apenas dos de los problemas con los que tiene que enfrentarse y que, tras una serie de avatares, le sitúan a la cabeza de una revuelta en pro de la dignidad de su existencia. El momento hacia el cual le ha emplazado todo el libro y pone de manifiesto lo integrado en sus “fracasos” anteriores.

Estos relatos son un buen vehículo para apreciar el estilo de Poore. Con una prosa sencilla elabora imágenes con un mínimo de palabras partiendo de elementos estereotipados de las temáticas que trabaja. Sirva de ejemplo “La gente de la Espejo”, un preapocalipsis planetario a lo Deep Impact donde una familia sui generis hace lo posible por salvarse como parte de un macroproyecto de arcas espaciales en el que no saben si tendrán cabida. Este abuso de lugares comunes, acumulados uno tras otro y en permanente resonancia con el bagaje literario, tebeístico o cinematográfico del lector, es parte de la gracia de Las diez mil vidas de Milo. Un vehículo ágil y engrasado para la visión del mundo y de la vida propuesta por Poore, un entorno lleno de contrastes donde lo ridículo y lo excelso, lo aberrante y lo hermoso, lo cruel y lo piadoso coexisten sin solución de continuidad y dan una medida de la condición humana.

Michael PooreSin embargo esta faceta asequible supone también su talón de Aquiles. El aspecto imaginativo se sustenta casi por completo sobre una ciencia ficción de consumo masivo un tanto pueril y al servicio de unos mensajes muchas veces desangelados. Es necesario celebrar el optimismo y los buenos deseos. Hay dificultades, lucha contra situaciones injustas, una defensa de una existencia ajena al miedo, de cultivar tu potencial, la empatía como conexión con la comunidad… pero el marco general no consigue alejarse de la vulgaridad y magnifica ciertos defectos, caso de un tonito carca que parasita los fragmentos más extensos. Así, Milo se reencarna alguna vez en mujer (y en vegetal, y en bicho), y se medio apunta alguna relación no heterosexual. De tapadillo. Las historias principales terminan siempre protagonizadas por un hombre casi siempre enamorado de una mujer y plasmando uno tras otro unos clichés con la capacidad de subversión de una película de Kevin Costner, aderezada con una aptitud evocadora al mínimo.

La frase promocional

Michael Poore nos deleita con el encanto oscuro de las obras de Neil Gaiman y el humor inteligente de Kurt Vonnegut

referencia dos autores atractivos para el público potencial de esta novela. Sin embargo a Poore le quedan grandes la precisión e intensidad, el cinismo y la concreción del creador de Madre noche y Cuna de gato. Si este libro hubiera tenido 250 páginas menos y varias arrobas más de mala leche quizás… Mientras, su capacidad inventiva y sicrética se hace pobre en comparación al autor de American Gods o Sandman. Curiosamente Poore sí que parece estar más próximo de la línea de uno de los maestros de Gaiman, Jonathan Carroll, sin su desbordante imaginación. Si acaso, pudiera acercarse a libros como El museo del perro o Los dientes de los ángeles, con una fuerte componente de crecimiento interior y esoterismo de autoayuda. En mi humilde opinión, escaso atractivo para una obra que promete más de lo que, finalmente, da.

Las diez mil vidas de Milo, de Michael Poore (Alianza Editorial, col. Alianza de Novelas, 2018)
Reincarnation Blues, 2017
Traducción de Miguel Marqués.
Rústica. 480 pp. 18€
Ficha en la web de la editorial

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