Llevábamos bastante tiempo sin leer una novela ganadora del premio Hugo que hubiese sido recibida con tantos parabienes. De hecho Spin es la más clara candidata a mejor novela de ciencia ficción “clásica” aparecida en la última década y la consagración de un autor, Robert C. Wilson, que ya había apuntado su potencial con sus anteriores obras de la que ésta se puede considerar una progresión argumental. A excepción de Nómadas, todas las traducidas tienen como telón de fondo grandes acontecimientos que alteran la vida de una comunidad –Mysterium, Testigos de las estrellas– o, a mayor escala, el planeta –Darwinia, Los cronolitos–, y a ellos se enfrentan una serie de personajes que experimentan el cambio en sus propias carnes y/o a través de sus seres queridos. Mientras, fluctuando entre el primer y el segundo plano, encontramos un gozoso sentido de la maravilla que impregna el conjunto y da un sabor singular a la narración.
En Spin la Tierra es encapsulada dentro de una esfera opaca que oculta las estrellas y la separa del fluir natural del tiempo en el Universo –en su interior unos pocos segundos equivalen a un año en el exterior–. Eso le permite a Wilson jugar con enormes escalas de tiempo mientras mantiene unos mismos personajes protagonistas para facilitar que el lector pueda empatizar con la historia. Además toca, sin solución de continuidad, el viaje espacial a otros planetas, su terraformación, el encuentro con otras especies, la nanotecnología, la inmortalidad… un cocktail desplegado con una homogeneidad muy difícil de conseguir que guarda un sutil equilibro entre macrohistoria y microhistoria.
Ni la imaginación que mueve los engranajes del relato ni las descripciones que aborda se tragan a los protagonistas ni su evolución. Las vidas de sus protagonistas Tyler Dupree, Diane y Jason Lawton transcurren con absoluta naturalidad dentro de un panorama que llega a rayar lo apocalíptico y sin que ni su vida, ni sus traumas, devoren la credibilidad o la faceta especulativa de la novela. Quizás sus roles son demasiado evidentes y bordeen el estereotipo: Jason es la punta de lanza en lo que a investigación sobre el Spin se refiere y pone en contacto al lector con la faceta maravillosa de la novela. Diane la ciudadana de a pie, presa del vértigo que supone ver una Tierra separada del curso natural del resto del universo por una inteligencia desconocida con motivos desconocidos y que observa cómo se aproxima el fin de los tiempos. Y por último Tyler, el narrador que orbita entre Jason y Diane y relata lo que descubre con ellos, destinado a mantener una relación de atracción por ambos. Sin embargo detrás de ellos siempre está la incertidumbre que gobierna nuestras vidas, elevada a la máxima expresión por el Spin, y la manera en que nos enfrentamos a ella; ya sea desde el conocimiento más científico, la superstición, la religiosidad, el escepticismo o la evasión. Característica que unida a la pulcritud del desarrollo, la progresión argumental, el ritmo de la narración y la mencionada imbricación con el paisaje general convierten Spin en una obra notable.