Al fin llegó el gozoso momento de incluir un tebeo Marvel en mi exquisita selección de reseñas para la página, otro logro conseguido. Pero antes que nada, quisiera dejar claro que aunque en su día fui un rabioso marvel zombi adolescente mutante, llevo como quince años sin seguir ninguna colección Marvel, con alguna excepción puntual para bien, como los X-Statix de Milligan y Allred (y ya ha llovido) y alguna otra, que prefiero no mencionar, para mal. Así que deberán disculparme olvidos, errores y omisiones, desconozco casi completamente las recientes peripecias de la mayoría de personajes. Por no saber, no sé muy bien de qué iba la Civil War o lo de los cuernos que Gwen Stacy le plantó a Peter Parker en Londres (esto último ni quiero saberlo). Aunque no creo que sea un obstáculo insalvable para escribir la crítica, a pesar de todas estas barrabasadas concebidas para mantener el interés en unos personajes ya excesivamente longevos, el inmortal “que todo cambie para que todo siga igual” que ha regido los tebeos de Marvel desde tiempos de Stan Lee, permanece grabado a fuego en los cerebros de los sucesivos editores que han pasado por la Casa. Y el tebeo Marvel elegido para entrar en el Olimpo de la Crítica, The Superior Foes of Spider-man, se puede leer perfectamente con sólo tener una vaga idea de quien es Spiderman.
The Superior Foes… obra del guionista Nick Spencer (del que únicamente he leído Bedlam, una reinterpretación del Joker para Image que no me gustó nada) y el dibujante Steve Lieber (pensaba que era familiar de Stan Lee, así están las cabezas), no propone nada especialmente original, se trata de emplear la exitosa fórmula del Ojo de Halcón de Fraction y Aja, es decir, una comedia urbana sobre la clase trabajadora del Universo Marvel en un entorno cotidiano y desarrollar las situaciones cómicas, disruptivas, diferentes, que este planteamiento genera. En el caso que nos ocupa, trocando al arquero vengador por los supervillanos lumpen de Nueva York, enemigos habituales de Spiderman y Daredevil, carne de cañón que elevaba las colecciones donde aparecían, rompiendo a cabezazos la pared de cartón piedra que separa lo sublime de lo ridículo. Cómo olvidar al Anillador, Bumerang, el Conmocionador, El Búho, La Mancha, el Tarántula, Cobra, Armadillo, el Escarabajo, el Gibón, Hidroman, la Rana Saltarina, el Jabalí y un larguísimo etcétera. Una entrañable panda de mataos que hicieron las delicias de mi infancia y que cimentaban como nadie la épica cotidiana de un Peter Parker que tenía que ocuparse de una amenaza del calibre del Exterminador de Tontos con las mallas sudadas porque se le había olvidado poner la lavadora. Esto es, a lo que mis ojos, hacía grande a Spiderman y a Marvel por extensión, lo que Marvel hacía mejor que nadie y que nadie pudo imitar (y menos que nadie, las películas).
Saltamos de párrafo, que me emociono. Spencer y Lieber integran además en la fórmula las maneras del tebeo de humor de equipos (ya saben, la inevitable JLA de Giffen, Matteis y Maguire, el Factor-X de Peter David y Stroman y más recientemente, el Nextwave de Ellis e Immonen) puesto que el tebeo lo protagoniza la versión más patética de los Seis (Cinco) Siniestros; Escarabajo, el Demonio Veloz, el Conmocionador, Overdrive y Bumerang, el líder del grupo. Bumerang es el personaje alrededor del cual gravita toda la serie, un villano de tercera (“el asesino que siempre vuelve” era su lema, no sé si lo pillan) que Spencer convierte en el típico cabrón simpático, un mentiroso compulsivo sin escrúpulos, tan sumamente hijoputa que resulta graciosísimo y cuya acelerada huida hacia adelante es la que vertebra el guión, una divertida y retorcida comedia de humor cabrón que incluye delirantes giros de guión, robos, traiciones, diálogos ingeniosos, ensaladas de hostias e interludios “románticos” que acaba por implicar a toda la plana mayor de villanos de segunda fila de Spiderman, desde el Camaleón o Cabeza de Martillo hasta el Búho o Cabello de Plata. Es como si se explotase el potencial cómico de la extensa saga que involucraba a muchos de estos personajes, iniciada por Bill Mantlo en Peter Parker, The Spectacular Spider-man a mediados/finales de los ochenta, que luego pasó a manos de Al Milgrom como autor completo y que finalizaron en Deadly Foes of Spider-Man el propio Milgrom junto a Danny Fingeroth. Me gustaría pensar que esta serie es un sentido homenaje a aquellos míticos (para mí) números de Mantlo, Milgrom y Fingeroth.
Por supuesto, con estos personajes, el tema central del tebeo no puede ser otro que la mística de los perdedores, que la cosa es ser un pringao pero sin perder el estilo. Pero Spencer añade una cuestión que resulta muy interesante en un contexto de depresión económica crónica y criminales financieros; la razón por la que estos villanos de tercera son unos perdedores que fracasan una y otra vez en sus desquiciados planes. No es por unos nombres ridículos, unos trajes de pena o unos poderes de mierda (bueno, no sólo por eso), fracasan por su incapacidad de colaborar entre ellos, de ayudarse y protegerse. Esclavos de un individualismo rayano en lo psicópata se traicionan a la mínima de cambio, pisoteándose unos a otros por las migajas para acabar siendo finalmente presas del pez más gordo. Carecen completamente de conciencia de clase, se podría decir, buscando el gran golpe que los convierta en triunfadores, persiguiendo un sueño vacuo que en realidad no desean. No es de extrañar que el Conmocionador, el único personaje con el que el lector podría empatizar lejanamente, sea quien reproche a sus compañeros lo absurdo e “inmoral” de su conducta, para acabar llevándose el premio gordo al final. De una forma gloriosamente ridícula, claro está.
La parte gráfica, a cargo de Steve Lieber, cumple con creces en un estilo similar al de David Aja o Javier Pulido, heredero del Mazzuchelli de Daredevil. Encaja en el estilo urbano y cotidiano de la serie como un guante, domina las expresiones faciales (algo fundamental en un tebeo de superhéroes de humor desde los tiempos de Kevin Maguire) y se las apaña perfectamente para que secuencias de varias páginas de gente hablando en una habitación no resulten aburridas, ni el fluir de la narración se vea entorpecido por la ocasional verborrea de los personajes. Y además, algunos de los mejores chistes son suyos, como los planos de las guaridas de los villanos, o las caricaturas con las que se narran los flashback. No es un dibujante preciosista y espectacular de dobles splash pages abarrotadas de detalles, lo que, seguramente, no hubiese hecho más que perjudicar a la colección.
Finalmente, un apunte sobre la edición española de The Superior Foes... Si quieren leer este tebeo en castellano, tendrán que buscarlo en la colección Spiderman Superior de Panini (del número 87 en adelante), donde apareció de complemento, lo que no deja de resultar curioso. Aquel Spiderman obra total de Milgrom, traía de complemento nada más y nada menos que el Born Again de Miller y Mazzuchelli. Ahora, la que seguramente sea una de las mejores series de Marvel de los últimos años ha acabado otra vez en el purgatorio de los complementos. También en la edición de superhéroes española todo cambia para que todo siga igual. ¡AH, LA IRONÍA!
The Superior Foes of Spider-Man, TPB Vol 1: Getting the Band Together.
Marvel Comics
Tapa blanda, 136 pp. 14,70€
The Superior Foes of Spider-Man, TPB Vol 2: The Crime of the Century.
Marvel Comics
Tapa blanda, 112 pp. 16,40€
The Superior Foes of Spider-Man, TPB Vol 3: Game Over.
Marvel Comics
Tapa blanda, 136 pp. 18,05€