Quien teme a la muerte, de Nnedi Okorafor

Quien teme a la muerteLa primacía de EE.UU. y Gran Bretaña en el mercado de las traducciones contrasta con la diversidad en la ciencia ficción y fantasía contemporáneas. Se puede confeccionar un listado muy extenso con los escritores nacidos dentro de sus fronteras y una nítida inquietud por sus raíces culturales, puestas de manifiesto a través de escenarios, argumentos, miradas que rebosan esa personalidad. Los relatos de Ken Liu y sus novelas de la Dinastía del Diente de León; Aliette de Boddard y sus historias de Xuya; las raíces yorubas de Tade Thomson, parte esencial de Rosalera, son apenas tres ejemplos de una constelación en crecimiento. La editorial Crononauta ha contribuido a traer a España esta nueva ola con varias obras de Nnedi Okorafor, escritora nacida en EE.UU. de padres nigerianos, con una clara preocupación por explorar su vínculo con aquel país y, por extensión, los conflictos a los que se ven expuestas las mujeres del África subsahariana. Si no me falla la memoria, en España la conocimos gracias a “Araña, la artista” y en el último año y medio nos han llegado las dos novelas cortas de Binti y Quien tema a la muerte. El premio mundial de fantasía a la mejor novela en 2011, recién traducida por Carla Bataller Estruch en una cuidada edición anticipada por la ilustración de cubierta de Joey Hi-Fi.

Onyesonwu, quien teme a la muerte, es una joven nacida después de que su madre, de la etnia okeke, fuera violada por un nuru. El acto, una gota en el océano de una limpieza étnica desoladora, aumenta su crueldad en el caso de haber un embarazo. Las madres y sus bebés, mestizos ewus, son vistos como parias; su propia gente los desprecia porque se ven como portadores de la violencia de la cual fueron engendrados. Esto lleva a Najeeba, la madre de Onye, a abandonar su comunidad y criar a su hija en el desierto. Este exilio autoimpuesto concluye cuando encuentra en Jwahir un lugar donde rehacer su vida; una población alejada de la zona de influencia nuru y atada a unas costumbres que había dejado de lado. El apego a la tradición se manifiesta cuando a los once años, contra el deseo de su madre y su nueva pareja, Onye se suma a un rito de paso que incluye la mutilación genial. Este suceso traumático que limita el ejercicio de su sexualidad desde el despertar de la pubertad, llega aparejado con las primeras evidencias de que Onye es también una eshu; un ser con habilidades mágicas conectadas con las de su padre biológico. Una herencia que la marcará durante su adolescencia y su tránsito a la edad adulta.

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Binti: Hogar, de Nnedi Okorafor

Binti: HogarA favor: sencillez, frescura e imaginación. Al igual que su predecesora, Binti: Hogar brinda una lectura sin complicaciones, fluida y agradable. En contra: la ingenuidad excesiva que impregna toda la historia, en ocasiones rayana en la simpleza. Si pesan más los pros o los contras en el balance final dependerá, imagino, de las expectativas de cada lector a la hora de abordar la historia.

En mi caso, encontré la primera entrega de la trilogía (máxime cuando llegaba avalada por los premios Hugo y Nébula de novela corta, y envuelta en alabanzas de los mismísimos Neil Gaiman y Ursula K. Le Guin) un tanto infantil. Disfrutable, sí, y con algunos aspectos interesantes (la propia Binti y la cultura de la que procede son, a mi juicio, su principal atractivo), pero carente de la sofisticación que uno podría esperar a tenor de tan buena prensa. Binti: Hogar, segundo libro de la serie (Crononauta tiene previsto publicar el tercero y último, Binti: La mascarada nocturna, a finales de año), consigue preservar las virtudes del primero, pero también perpetúa sus defectos. Así que mi apuesta es que ni defraudará a quienes quedaron encandilados con el primer libro ni enamorará a los que, tras cerrar Binti con una sensación agridulce, nos preguntamos si la trilogía evolucionaría por sendas de mayor complejidad argumental.

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Binti, de Nnedi Okorafor

BintiSegún su propia web, Crononauta nace con el objetivo de “dar visibilidad y movimiento a obras que aborden temas de género y diversidad y que estén escritas por identidades no representadas dentro del espectro de la masculinidad”. Para iniciar el proyecto han optado por una perspectiva ambiciosa mediante la publicación de Binti, novela corta de 2015 con la que Nnedi Okorafor ganó los premios Nebula y Hugo.

Binti es el primer tomo de unas historias protagonizadas por un personaje del mismo nombre. El esquema narrativo de esta primera novela suena manido: una joven que proviene de una minoría destaca en sus capacidades y se convierte en el primer miembro de su comunidad en salir de su entorno para estudiar en una universidad. Afuera las personas como ella sufren prejuicios y nada más dejar a los suyos padece hostilidad y curiosidad. Durante el trayecto espacial hacia la universidad su nave es atacada por una especie alienígena que asesina al resto de tripulantes. Binti, con algo de suerte y las cualidades individuales heredadas de sus costumbres, se enfrenta a la situación.

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Terra Nova vol. 2

Terra Nova vol. 2

Un año después del primer Terra Nova nos llegó el segundo volumen, con un claro salto cuantitativo: más páginas, más autores, más traducciones. La principal artífice de este impulso es la nueva editorial bajo la cual se publica: el nuevo sello del conglomerado Penguin Random House Mondadori (¿me olvido de alguien?), Fantascy, que ha apostado por la antología seleccionada por Mariano Villarreal y Luis Pestarini como uno de sus buques insignias. La consecuencia más evidente se puede observar en la edición en papel de la nueva entrega: ha multiplicado su visibilidad varios órdenes de magnitud. Además, respetando el precio anterior, la edición electrónica está por debajo de los 4 euros; un acicate para cualquier lector con ganas de acercarse a la ciencia ficción más actual en formato breve.

Cualitativamente, sin haber leído al completo el primer volumen, me atrevo a decir que también hay una ligera mejora. Echo en falta historias de entidad equiparable a “El zoo de papel” de Ken Liu o “El ciclo de vida de los objetos de software”, pero el nivel medio está más cohesionado. Ayuda que más de la mitad de los once relatos sean extranjeros, además de la relativa “trampa” hecha con el material escrito en nuestro idioma; cuatro de las cinco piezas habían sido publicadas con anterioridad.

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