El gigante enterrado, de Kazuo Ishiguro

El gigante enterradoHa pasado una década desde la publicación de Nunca me abandones, aquel fabuloso ejercicio de voz narrativa que más que una historia de clones funcionaba como alegoría sobre cómo se mantiene bajo control la sociedad occidental. Una novela construida, como suele ser norma en Ishiguro, a partir de un narrador que marca el tono y su devenir desde la primera a la última línea. Ese rol preponderante del narrador, cómo su elección determina hasta los aspectos más insospechados de su obra, vuelve a ser una de las señas de identidad de El gigante enterrado, su esperada nueva novela. Un trasunto de juglar relata cómo una pareja de ancianos britanos abandonan su guarida subterránea en busca de su hijo. Su modo de vida, el paisaje de la Inglaterra de la Alta Edad Media, la manera de orientarse en ese entorno… se enfocan desde una perspectiva actual y, casi diría, naif. Un discurso ajustado para lo que al principio parece una fantasía medieval adosada al mito artúrico, en el interregno entre la caída del Rey y la creación de los reinos sajones. Pero a medida que pasan las páginas y su senda se tuerce, el tono cambia de la mano de la mirada crepuscular y fantástica a ese mundo detenido en el tiempo.

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