El enviado, de J. E. Álamo

El enviado

El enviado

J. E. Álamo –no confundir con Alfredo Álamo– es un perfecto y total desconocido para el lector español de género fantástico. Apenas tiene publicados un par de relatos en Internet y un cuento, “Mi diario”, en el volumen colectivo Fragmentos del futuro editado por Espiral, una editorial que, por sus características, tampoco es el mejor medio de difusión posible. Sin embargo “Mi diario” –una de las pocas cosas que se salvaban de dicha antología– fue el cuento que me descubrió a Álamo y que me decidió a lanzarme a la aventura de leer su primer libro: El enviado. Y puedo asegurar que no he salido defraudado, si no francamente entusiasmado. El enviado es un fix-up de relatos original, interesante y muy adictivo que se lee en un suspiro y que cumple a la perfección su papel de sana diversión con un toque de hondura que la hace más atractiva aún. Estamos ante una fantasía oscura bien trazada y llevada con pulso firme.

Desvelar la trama interna que unifica todos los cuentos sería una crueldad y amargaría bastante la fiesta lectora que supone este libro. Digamos que, a diferencia de otros muchos arcos argumentales, éste se cierra de una forma más que satisfactoria con todos los cabos atados y dejando una digna puerta a posibles continuaciones dentro de este rico universo. Como bien indica Domingo Santos en la introducción de la obra, los nueve cuentos se articulan en tres grandes temáticas: el primero apocalíptico –yo más bien diría que de fantasía épica–, los cinco siguientes costumbristas –o sea, terror urbano actual–, y los tres últimos alegóricos –o más bien explicativos de lo que ha ocurrido a lo largo de los anteriores–.

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