La habitación de Nona, de Cristina Fernández Cubas

La habitación de NonaHacía diez años que no leía a Cristina Fernández Cubas. Justo desde Parientes pobres del diablo, su anterior colección de cuentos. Más o menos por entonces se cumplía una década desde que cayera en mis manos El ángulo del horror, quizás la mejor tarjeta de presentación de su obra si se desea un acercamiento puntual, alejado de la exhaustividad del imponente Todos los cuentos. Con esta discontinuidad y la dificultad que supone escribir más de tres líneas sobre mi recuerdo de ambos libros, La habitación de Nona me ha supuesto un refrescante reencuentro con la manera de enfocar la narrativa de Fernández Cubas donde sólo me cabe lamentar la brevedad del volumen. Apenas 200 páginas de letra hermosa que se leen en un suspiro. Sin embargo ahí reside también el gran acierto de estos libros donde nos entrega sus relatos: no sobra ni una página.

No es de extrañar que el cuento más significativo sea el que ha servido para ponerle título. Contado en primera persona, “La habitación de Nona” proyecta al lector a la mente de una joven que escribe sobre la relación con su hermana; una niña tres años menor con algún tipo de trastorno psicológico y un mundo interior de gran riqueza del que nadie parece saber nada. La narradora desgrana sus pequeños conflictos según se ha desarrollado su vida hasta el momento y se detiene sobre una serie de situaciones aparentemente inexplicables que terminan teniendo sentido al cerrar su testimonio. Un broche delicioso para esta exploración de la identidad construida sobre el excelente uso de la figura del narrador.

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El cuento de la criada, de Margaret Atwood

El cuento de la criadaAnte el estreno inminente de su nueva adaptación, donde a cada nueva promoción se intuye el cuidado puesto en su acabado final, no tenía sentido continuar dilatando el momento de acercarme a El cuento de la criada. Escrita en pleno auge del pensamiento neoconservador de los tiempos de Ronald Reagan, se ha vuelto a poner de actualidad tras el triunfo de Donald Trump en las pasadas elecciones de Enero. Su imagen de megalómano con mando en plaza, el grupo de extremistas de los que se ha rodeado, las ideas que han puesto sobre la mesa (suspensión de las ayudas a los centros de planificación familiar, destrucción de los avances en el derecho a una sanidad universal, el total desprecio por las evidencias científicas…), han llevado a un buen número de lectores a acordarse, entre otras, de esta novela escrita hace más de tres décadas.

En El cuento de la criada Margaret Atwood plantea un único escenario: la República de Gilead. Una región indeterminada de EE.UU. donde, después de un golpe de estado, se ha producido una regresión social de dimensiones ciclópeas hasta convertirla en un reflejo de la Nueva Inglaterra de los colonos puritanos. Además, tras diversas catástrofes ecológicas, la esterilidad se encuentra tan extendida como las malformaciones durante el embarazo. Un panorama donde el futuro de la propia humanidad parece amenazada. Fieles a las raíces evangélicas de su Estado, han encontrado el remedio a esta situación en un relato bíblico. Tal y como se solucionaba la esterilidad de Raquel y Jacob acudiendo a Bilhah, una esclava, para concebir los hijos de la pareja, en Gilead recurren a las llamadas criadas. Mujeres fértiles que en muchos casos ya han sido madres, aleccionadas en escuelas para cumplir en un único servicio a sus patrones siguiendo la máxima: de cada uno según sus capacidades; a cada uno según sus necesidades.

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Un hombre sueña despierto, de Lavie Tidhar

Un hombre sueña despiertoImaginen una Europa en 1933 donde el partido comunista gana las elecciones en Alemania y los nazis no ascienden al poder. La purga posterior lleva a sus dirigentes bien a campos de concentración bien al exilio. Entre estos últimos muchos terminan en Gran Bretaña donde un lustro más tarde sobreviven en un discreto segundo plano mientras el partido fascista británico de Oswald Mosley gana peso. Uno de estos nazis venidos a menos es Wolf. A finales de 1939 malvive como detective privado en un cuchitril del Soho rodeado de prostitutas e inmigrantes, la materia prima para alimentar el odio al otro cuando vivía Alemania. La guinda a este pequeño purgatorio llega con su nuevo caso: encontrar a una judía desaparecida que debería haber llegado desde Alemania. Con toda seguridad por la acción de sus viejos compañeros de partido.

Ésta es la ucronía que Lavie Tidhar despliega en Un hombre sueña despierto mediante varias secciones encadenadas. A través del diario en primera persona de Wolf plasma sus pensamientos y sentimientos más profundos. Es este aspecto de retrato interior, cómo ayuda a comprender a Wolf, el que da carta de naturaleza a estas secuencias. Sus motivaciones, sus frustraciones, la evolución de su pensamiento tras la derrota del nacionalsocialismo seis años antes, su percepción de las humillaciones que sufre… Y, de una manera a mi modo de ver menos lograda, el recuerdo de los años de adolescencia, su participación en la Gran Guerra, las secuelas y su relación con las mujeres en los años previos a la caída. Todos ellos necesarios para el retrato de su carácter pero introducidos un poco con calzador.

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Doctor Rat, de William Kotzwinkle

Doctor Rat

Los 70 fueron terreno abonado para historias con un profundo sentimiento crítico protagonizadas por animales. Hace unos meses llorábamos la muerte de Richard Adams, narrador del épico viaje de unos conejos a través de la campiña inglesa para crear su propia madriguera (La colina de Watership). A finales de la misma década triunfó Los animales del pequeño bosque (The Animals of Farthing Wood), una explotación de la vía abierta por Adams con un grupo de animales en busca de un nuevo hogar tras la destrucción de su bosque. Unos años antes se recuperaba la obra póstuma de T. H. White, El libro de Merlín, cierre de la secuencia de Camelot donde, poco antes de la batalla definitiva contra Mordred, Merlín transformaba a Arturo en todo tipo animales y un tribunal de animales sometía a juicio a toda la especie humana. Además en 1977 William Kotzwinkle ganaba el Premio Mundial de Fantasía con Doctor Rat, novela inédita en castellano hasta 2016 cuando fue rescatada por Navona Editorial.

El detalle del galardón no es baladí. Lejos de quedarse anclado en la vertiente épica-medievaloide, el Premio Mundial de Fantasía se ha caracterizado por reconocer la concepción más ecléctica de este género. Y Doctor Rat es un ejemplo inmejorable de esa amplitud y versatilidad. Una fábula sobre la relación del hombre con el mundo animal que tanto puede interpretarse como una chanza de los experimentos más estúpidos llevados a cabo en pro del avance científico como una despiadada sátira del holocausto. Encadena secuencias donde el humor negro más extravagante da paso a capítulos sumamente tristes. Momentos de gran intimidad se alternan con otros de una violencia exacerbada sin que se quiebre la homogeneidad del conjunto.

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